jueves, 7 de mayo de 2009

MENOS MAL QUE NO SE CASÓ



Un día comento Felipe, que todo el mundo debería ser al menos un año de su vida taxista.
Yo por entonces llevaba unos meses trabajando con él, y pensé que era una tontería, que cualquiera a quien le gustase su trabajo, podría decir lo mismo.
Pero ahora que han pasado diez años, digo exactamente lo mismo.

Es una experiencia tan enriquecedora, conoces tanta gente, vives tantos momentos, que pocos trabajos son comparables, en cuanto a no saber nunca lo que va a pasar al día siguiente.

Una de las cosas que me llamo más la atención desde el principio, es el cambio de registro que tienes que hacer en apenas unos segundo, entre una carrera y otra.

Para algunos clientes, el taxista, es como una especie de confesor, psicólogo, paño de lagrimas, o simplemente una diana donde descargar en un momento dado su mala leche.

Se puede decir que no he tenido jamás una trifulca gorda con un cliente, de echo nunca me han puesto una queja formal. Pero algún desencuentro, por la propia dinámica del trabajo es inevitable.
 
 
Cuando vas de vacío, lo normal es dirigirte hacía el centro. Gran Vía, Puerta del Sol. Son las zonas más comerciales, muchísimos cines …

Una tarde cómo otra cualquiera, no había mucho movimiento. Estaba detenida en el semáforo, de Alcalá esquina a Núñez de Balboa .

Un señor que cruzaba, me hizo un gesto y yo asentí con la cabeza.

No recuerdo exactamente el tiempo que llevaba de taxista, pero era el primer año. Por entonces no estaba el tema del tabaco como ahora. De echo se podía elegir, entre llevar la pegatina de fumador, o de no fumador. Y por supuesto yo la llevaba de fumador, a pesar de que Felipe estaba absolutamente en contra. Pero yo le decía “amablemente”, que pasará de mi, que yo sabía lo que me hacía, y nunca fumaba si llevaba clientes (mentira podrida).

Llevaba un rato buscando un estanco para comprar tabaco, pues solo me quedaba uno. Me lo acaba de encender, justo cuando apareció el cliente (también es mala suerte). Pero como paso delante de mi, y vio perfectamente que yo estaba fumando, pensé que o bien era fumador o no le importaba que yo fumase, pues a mi lado había otro taxi, también libre, y se vino al mío …..
Era un señor, digamos mayor, pero con una clase, que no se soportaba a si mismo. Tenia que haber sido guapo, hasta decir basta!

Yo no solía llevar la música alta, pues me despista. De echo nunca nadie (más), se ha quejado. Nada más acomodarse, lo primero que dijo fue, -baje la música. Ni, buenas tardes, ni hola, nada, solo eso.

Respiré hondo, y la quite del todo.

Yo- Buenas tardes
El.-Serán para usted
Yo.- mmm Donde vamos?
El.-Para que se lo voy a decir, seguro que no conoce esa calle.
Yo.--mmm pues usted dirá …
El.- Aquí huele a tabaco
Yo.- Claro, estoy fumando, este taxi es de fumador. Llevo la pegatina de fumador en la ventanilla.
El,- A mi eso me da igual, tire el cigarro.
Yo,-Vale. Bajo un poco más la ventanilla y lo tiro (estábamos a aún parados)
El,-Suba la ventanilla.
Yo.-mmmmmm, La subo

Se abre el semáforo, y le digo que para donde tiro …. Me contesta muy “amable”, -usted que cree?

Dos metros más adelante, me paro me vuelvo y le digo.- Mire va a ser mejor que coja usted otro compañero, mire todos los taxis van libres, así que no va a tener ningún problema …..-No voy a bajarme quiero que me lleve usted.

Mmmmmmmmmmmmmm, vale, pues indíqueme, y tengamos la fiesta en paz ( A esas alturas ya me salía la adrenalina por las orejas). Me dice que siga de frente que ya le indico.. Y procure ir despacito, que no me fío de las mujeres al volante. (Amen)

Cuando estoy mala leche, conduzco como el culo, aposta claro, y los frenazos, bandazos, cambios de carril …en fin …… Estaba loca por soltar a semejante “becerro”. Pero parecía que me había elegido para descargar su mala milk …. Y siguió tocándome los …. higadillos!

El.- Conduce usted de pena.
Yo.-Ya, es que hace poco que tengo carné (más de veinte años, por entonces)
El.- Además este coche es incomodísimo
Yo,- Que me va usted a decir a mi. Pero ya ve mi jefe que es así de racano y no quiere comprar uno nuevo. Si eso le doy su teléfono y habla usted con él,
El.- Yo no tengo porque hablar con nadie, si el coche es viejo es su problema no el mío.
Yo.-Mmmmmmmmmmmm, Es usted quien se queja del coche, a mi me toca el pie, que sea incomodo o no.
El.-El usted una antipatica
Yo.-Usted es simpatiquisiiiiimo!
Así, fuimos mas de un cuarto de hora.

El pájaro iba sentado en el centro, le veía perfectamente por el espejo interior, y tenia toda la expresión de estar pasándoselo bomba con la situación.

Íbamos por Bravo Murillo, cuando de pronto veo un estanco, y sin cortarme un pelo, me paro, quito la llave del contacto, echo la llave y le dejo dentro echo un basilisco.
Me acerco al coche ya con un cigarro encendido, abro la puerta, me asomo y le digo que hasta los negros tienen derecho a cinco minutos para echarse un cigarrito, y que elija, o se baja y me deja en paz, no le cobro nada, o espera a que me lo fume, o continuamos pero fumándome el cigarro dentro.

El tío me miraba, y no me contestaba nada, yo estaba ya tan sobrepasada por la situación, pues me parecía todo absolutamente surrealista, que ya me daba lo mismo ocho que ochenta y le digo por la ventanilla, .-Por cierto usted esta soltero verdad? Empieza a descojonarse y me dice.- Porque me dice usted eso?.- Porque no creo que haya habido una mujer capaz de aguantarle a usted.

Justo al lado del estanco había una cafetería, y me dice que si le acepto un café, me cuenta porque estaba soltero. Le digo, para escaquearme, que no tomo café, ni alterno con los clientes. Y me contesta, que vale, que sino le acepto el café, sigue en el taxi dando vueltas hasta que se canse ……
Afortunadamente o no …nunca más me he encontrado con un personaje parecido.
Entramos en la cafetería, la verdad es que ya me tenia ¿intrigada? el buen señor. Se pidió un pelotazo y yo una coca cola, aduciendo que no bebía alcohol cuando tenia que conducir, y me dice el cachondo que no me preocupe, que si eso el lleva el taxi, que a el no le pueden retirar el carné, pues a los setenta y dos, ya no se lo renovaron.

Le apremie a que me contara lo que me quería contar, y el muy tranquilo, me dijo que no me preocupase, que el taxímetro estaba corriendo.

Me contó que había tenido muchas novias, hasta que una le “engatuso”, para ir al altar. Por lo visto era una señorita de clase bien, con una familia muy aristocrática. El no quería casarse, siempre había sido un espíritu libre, pero especialmente su madre, le apremiaba. Ya tenia cerca de cuarenta años, la chica era de buena familia, hija única, como él, ambos muy guapos … …
En fin que sin saber como, llego el día de la boda. Se casaban en los Jeronimos.
Un cuarto de hora antes llegaba a la imponente iglesia acompañado de su madre. Y le entro la “gindama“. Miraba las escaleras, y se decía, subo o no subo ……subo o no subo ….Su madre le tiraba del brazo, y el reculaba …. Al final no subió.

Se tuvo que marchar de Madrid. Recorrió medio mundo, había habido más mujeres en su vida, pero nunca más se atrevió a tener una relación sería.
Era un tío encantador, culto, inteligente, hipnotizaba escucharle.
Llego un momento que ni me acordaba que el taxi estaba en la puerta. Cuando termino de contarme mil y una historias apasionantes de su vida, a duras penas volví a la realidad. Y le dije que porque había sido tan borde conmigo.

Se reía a mandíbula batiente el desgraciado. Había llegado a España el día anterior, estaba dando una vuelta, recordando con añoranza sus tiempos mozos, cuando me vio. No tenia intenciones de coger un taxi, pero le apeteció “pegar la hebra” conmigo, y no se le ocurrió otra cosa que cabrearme un rato.

Ya en un tono absolutamente distendido, pues llevábamos más de tres horas hablando, le dije que había formas más sutiles de “ligar”, y que nunca sabría su novia, la suerte que había tenido ese día, al decidir él, no subir las escaleras que le separaban de la puerta de la iglesia.