viernes, 8 de mayo de 2009

LA MUJER DEL BANCO



Una mañana cualquiera, de un día, idem, después de una carrera, desde el aeropuerto, con una mulata que me puso la cabeza como un bombo, a cuenta, de lo chorizos, que “eran”, los taxistas, sobre todo en su país según ella, decidí, quedarme en la Sur, pues es el tráfico a esas horas ya estaba espesito.

Eran más o menos sobre las once de la mañana, y pensé aprovechar la espera para tomar un piscolabis. Nada más colocarme en la fila, la tercera empezando por el final, me llamo la atención una mujer que había sentada en el banco, que estaba a la altura donde yo me encontraba.

Ultimamente, la Sur, se había convertido, en el centro neurálgico de la delincuencia internacional. Diariamente arribaban allí autobuses-patera, llagados sobre todo de Rumania, La inmensa mayoria, llegaban con lo puesto, pues algún listo , les había prometido un trabajo, y vivienda a cambio del único dinero del que disponian. En la mayoría de los casos, ocurría, que el contacto que debía esperarles allí, nunca aparecía, y no les quedaba otro remedio, que acampar allí (literalmente), a la espera, no se sabe de qué.

Pasados los primeros días, de estancia, en tan intempestivo hotel, con el cielo raso por techo, y el césped, como improvisada, cama, la mayoría, por falta de higiene, pues lo más que podían lavarse era en los servicios de la estación,, la cara y las manos, la mayoría de ellos, parecían auténticos indigentes.

Huelga decir, que la relación entre los taxistas, y estos nuevos inquilinos, era bastante tensa, pues con frecuencia, éramos victimas de sus saqueos. Visto desde la perspectiva que da el tiempo, ahora lo veo de otra forma, y francamente, me da muchísima lastima pensar en su situación,. Pero en ese momento cuando lo viví en directo, reconozco que, era una más de las que se apartaba, o echaba los seguros del coche cuando alguno se acercaba.

Un día se dio el caso, que mientras el taxista, descargaba las maletas, el coche hecho a andar, ante el estupor, de cuantos estábamos allí. En ese momento, como era frecuente, que algún voluntario se acercara, ha hacer de maletero, en el primer instante, de desconcierto, y ante los gritos, del que sacaba las maletas, pensamos que el taxista, no se había dado cuenta, que llevaba el maletero abierto., y que los gritos de éste eran para avisarle, de tal despiste.

Pero cuando ya vimos como el hombre corría desesperado detrás del taxi, echándose las manos a la cabeza, y gritando,, policía!, policía!, al ladrón! al ladrón! , ya nada pudimos hacer, pues el taxi, iba a toda mecha, camino, de la Avenida de Entrevias.

Por suerte para el compañero, antes de media hora el vehiculo, fue localizado en las Barraquillas, punto habitual y muy conocido de venta de drogas, tanto al detall, como al por mayor.
Volviendo a la mañana de marras, la fila tiro rápido y no me atreví a ir la bar, pues había movimineto, y pensé que no me daría tiempo. Observe a la mujer del banco, y me llamaron la atención sus zapatos, unos Yankos de ante marrón, preciosos, a juego con un bolso, que descansaba a su lado, en el banco. Esto unido al resto de su ropa, y su porte en general, pelo, una discreta gargantilla de perlas, y algún detalle más, me confirmaron que nada tenia que ver, con los habituales, que por allí pululaban. En resumen, que su presencia allí, no encajaba en el “cuadro”, y su actitud, menos aún, pues no dejaba de mirar los taxis que entraban.

Tuve la intención de bajarme y decirle que tuviera cuidado con el bolso, pues en cualquier momento, se lo podían levantar, pero justo dio un tirón, la fila, y la perdí de vista. La carrera que me toco fue de chiste. Al hotel Rafael-Atocha. Cojonudo, con suplemento de estación incluido no llego ni a cinco euros. Me dije a mi misma, que el día prometía, primero la mulata, y ahora semejante carrerón.

Así que “más feliz que una perdiz“, me volví a la Estación, con la esperanza, de pillar algo más potable, en el siguiente “toque”.Me quede prácticamente a la misma altura que el toque anterior, y lo primero que vi fue a la mujer del banco. Seguía allí, mirando los taxis, con su bolsito al lado, y pensé, que no se imaginaba, la suerte que estaba teniendo de conservarlo todavía..

Me baje del coche con intención esta vez, si, de desayunar, pero antes me acerque a la mujer, para decirle que tuviera cuidado con el bolso. Ella muy amable me dio las gracias, y me ofreció un cigarro, pues justo en ese momento se estaba encendiendo ella uno. Le agradecí el ofrecimiento, y le dije que prefería uno de los mios, pues ella fumaba rubio, y yo negro.

Me senté a su lado, y le dije que si no era indiscreción, que qué hacia allí, que la había visto en el otro toque, y me había llamado la atención su presencia. Se echo a reir a carcajadas, y me dijo que estaba esperando al “cabronazo” de su marido. Aunque yo soy muy mal hablada, (tipo Almu), aunque eso, sí, bastante más moderada eh!, me choco la contestación, pues no cuadraba para nada su porte “cuasi” aristocrático, con tal vocabulario. Y ya desde ese momento me cayó genial.

Entre los colegas, nos hacíamos, “rines”, para avisarnos cuando íbamos a la Estación o al Aeropuerto. Y justo cuando le iba a preguntar, que le habia echo el “cabronazo” de su marido, me sonó el móvil. Uno, dos, tres, cuatro. Y se corto. Era Mi Pablete!. Y como era mi especialidad, meter la gamba, pues la metí hasta los corbejones. Y dije:, Coño, mi amor platónico! Y me subí al banco, para ver en que fila entraba. Rápidamente le ví, y le hice, señas con el brazo, para que me viera. Y me volví a sentar..Enseguida se acerco mi Pablete, con ,esa alegria que desbordaba, por los cuatro costaos. Y le pegue un abrazo, como era habitual. Me vuelvo a sentar en el banco,, la mujer en un lado, yo en el medio y Pablo, al otro lado.

Pablo siempre llevaba caramelos, me ofreció uno, y le dije, conste que me lo como, porque me lo das tu, que sabes que eres mi amor, que a otro no le acepto caramelitos, ni ostias. Y va mi Pablete, y dice, (joder, me estoy partiendo jajajja), quiere usted un caramelito, señora? Son de miel, vienen muy para la garganta, y como está usted fumando, seguro que le sienta de maravilla. La señora de porte tan fino, le mira, y le dice, se meta usted el caramelo por donde le quepa vejestorio.

Muerta me quede! Yo no sabia ni donde mirar, y digo joder, que hostilidades a estas horas de la mañana. Miraba a Pablo, y luego a la mujer y no daba crédito a lo que estaba pasando. Le digo a la mujer, .-No se enfade, que es un tio guay,, es que siempre nos da caramelos a las mujeres y es muy vacilon, pero muy buena persona.Y salta ella,.-Si ya!, que me vas a contar! Pero su cara no se correspondía, con ese aparente enfado, Miró a Pablo, y le veo que tiene una sonrisa así como de medio lao.

Y me digo, joder, esto va a ser un ligue del Pablete. Pero mi Pablete, para nada tenia fama, de mujeriego, al contrario, siempre “presumia,”, de que jamás habia estado con otra mujer que no fuese la suya,, pero como hay algunos por ahí, que las matan callando, ya no sabia ni que pensar. Y a todo esto yo sentada en medio de aquella contienda....

En esto que la mujer abre el bolso saca un papelito, y le dice, (ya prácticamente descojonándose) -se le a olvidado a usted esto en algún sitio? Yo ya a esas alturas flipaba en colores, miro a Pablo y le digo, -joder Pablete, esto de que va? Y me dice, (con esa carita de Alfredo Landa, de no haber roto un plato en su vida), yo que sé, pregúntaselo a la rubia loca esta, que encima que le ofrezco un caramelito, mira como me contesta!,

A esas alturas, ya casí tenia la certeza, de que me estaba vacilando los dos, pues las sonrisitas y las miraditas, no eran típicas de dos desconocidos.

A todo esto ella seguía con el papelito en la mano, justo delante de mis narices, diciéndole que lo cogiese, y el que si no se comía un caramelito de miel , que no cogía el papel. Yo ya tenia un mosqueo del 47, y a punto estaba de mandarlos a la mierda, (cariñosamente claro), pero como soy más de unirme a los cachondeos, que de huir de ellos, trinqué el papelito, pues algo me decía que allí estaba la clave, del entuerto aquel. Cuando se lo arrebate de la mano, Pablo intento quitármelo, pero ya era demasiado tarde, y físicamente, ni en sueños, podia conmigo, hubo un leve forcejeo, pero entre que él no estaba, (el pobre mío),, en sus mejores condiciones físicas, y encima se estaba tronchando de risa, y con ello perdía las pocas fuerzas que tenia, me hice sin problemas con la posesión del papelito. Y les dije, -no soy cotilla, pero me estáis vacilando de mala manera, así, que ahora os jodeis, que en venganza, voy a leer, lo que pone en el papel. . Y lo desdoble, era una escueta frase.

Y YO A TI MAS y un corazón con una flecha y dos iniciales, R y P

No hizo falta que me explicaran nada, claro, sabia desde hacía tiempo, por boca de Pablo, que entre él y su mujer, cuando había algún enfadillo, tonto, se dejaban papelitos, de ese tipo.
Justo en ese momento tiro mi fila, y eché a correr, solo me dio tiempo a volverme y decirles, -sois un par de cabrones los dos,, pero os quiero- Y ti pablo ya te pillare, maricónazo!
El jueguecito empezó, según me contó Pablo, una mañana, que tras haber visto la noche anterior la `película Gosth, en la que la protagonista, le reprocha a su pareja, que nunca le decía que la quería , el le contesta, -te digo IDEM, y ella le dice, ya ,pero no es lo mismo, yo siempre te digo que te quiero, y tu solo dices IDEM..

Parece ser que la noche anterior a la mañana de autos se habían acostado enfurruñados por una tontería, que Pablo, ni siquiera recordaba, cuando me lo contaba esa misma tarde. Y por la mañana , le dejo en la mesilla un papelito a su mujer, en el que solo puso IDEM.

Al día siguiente del entierro de Pablo, cuando estuve en casa de Rosa, , entre tantas cosas, que hablamos, y reímos, recordando anécdotas, salio a relucir, el día que nos conocimos, y como me habían tomado el pelo los dos, y se habían reído de mí, en mis barbas.

De ese día apenas hacia seis meses, y según Rosa, cuando se levanto y vio la notita de Pablo, pensó, escribirle algo, para que lo viese cuando llegara de trabajar. Pero que cada mañana cuando se iba, se quedaba en casa con la agonía de pensar, si volvería a verle vivo, Y que ante tal temor, a media mañana decidió, ponerse guapa, y plantarse en la Estación, para darle una sorpresa.



Pablete que sepas, que me sigues debiendo una, ya te la cobraré, cuando nos veamos por ahí, arriba.