jueves, 30 de abril de 2009

MI PRIMERA PASAJERA



Hay un día en la vida de un taxista que es imposible olvidar, el primero.

Tenia mucha experiencia de conducir en carretera, pero en ciudad, ninguna!.Conocimiento de las calles…Cero patatero! Pero allí estaba yo. Fue el 14 de Abril de 1999. Mi turno era de 7 de la mañana a 7 de la tarde.. Llegué tarde, como no podía ser de otra manera.

Apenas había visto a Felipe .5 minutos el día anterior. Yo corría, literalmente, detrás de él por la nave donde guardaba los taxis. La escena era prácticamente, como la de los periodistas cuando intentan sacar a un famoso unas palabras a la salida del aeropuerto. Mientras me decía los papeles que tenía que llevar para hacerme el contrato, le explicaba a un mecánico como cambiar un ventilador, y a un cliente, que su coche estaría listo en dos días… Al tiempo que le sonaba el móvil.

Yo quería que me tragará la tierra, por supuesto era el centro de atención de todas las miradas. Era la primera vez que contrataba una mujer, y las risitas entre los presentes fluían sin cortarse un pelo. Yo trataba por todos los medios de no dar la impresión del acojiné que tenía en ese momento, menos mal que duro apenas 5 minutos, que a mi se me hicieron horas.

Por supuesto que no me entere de nada de lo que me dijo, bueno en realidad, ahora que lo pienso, es que no me dijo nada. solo que al día siguiente a las 7 estuviera allí, y que ya me explicaría.
Llegue a eso de las 8, esperando la primera bronca, pero no me dijo ni mu! Cuando me vio, me dio unas llaves, y me dijo -aquel es el coche, señalándome un desvencijado un 206 sin culo. Muy tiesa yo me dirigí hacía el coche, pidiéndole a todos los santos, que las piernas me aguantaran , el espacio que me separaba de aquella tartana. Tranquila tía, me decía a mi misma. Respira!

A Dios gracias el trasto arranco a la primera, y salí de allí cagando leches. Por el retrovisor interior vi a los cabrones como se descojonaban, pero enseguida los perdí de vista. !Lo peor había pasado! Bueno eso pensaba yo.

En cuanto pude me pare, tenía que encender el taxímetro, y no tenía ni p…idea. Empecé a dar a todos los botones, hasta que se encendió, me baje incluso, para comprobar si la luz de la capilla se había encendido. EUREKA! Comprobé varias veces como se encendía y se apagaba.

Anduve unos metros con ella encendida, pero me temblaban las piernas, ni el día que me saque el carné de conducir estaba tan nerviosa., así que en cuanto vi gente la apagué. Después de dar varias vueltas por Santa Eugenia, conseguí salir a la carretera de Valencia. Tuve un rato para relajarme respirar… echarme un cigarrito…detrás de otro!

Y llegué a Conde de Casal!. A cien metros del primer semáforo, había una parada de taxis, vi que había cuatro o cinco personas, y comprobé horrorizada que me miraban, la primera agitaba la mano con desesperación. Cuando se abrió el semáforo puse el intermitente de la izquierda, y me aleje de allí a toda pastilla, mientras los de la parada, me llamaban a gritos. Taxi, taxiiiiiiiii…

Pensé dar una vueltas, para familiarizarme con el coche, con la situación, tranquilizarme … Pero cada vez estaba más nerviosa. Cogí Doctor Esquerdo, eso si, bien pegadita a la izquierda, mientras desde la acera, veía como .gente desesperada me hacían gestos, pero yo me hacía la loca, ni los miraba.

No sé las veces que subí y baje por esa calle, llegaba a la plaza de Manuel Becerra, y volvía a Conde de Casal, los de la parada cada vez cambian de cara, pero seguían llamándome a gritos. Tenía la boca seca, y en un semáforo me di cuenta que había dos cigarros encendidos en el cenicero …. Necesitaba tranquilizarme, coger el toro por los cuernos, pero …. no podía!
Hacía ya más de dos horas que daba vueltas, y decidí que no podía seguir así. O me paraba a coger a alguien, o me volvía a Santa Eugenia, y me enfrentaba a las risitas de aquellos desgraciados.

Encendí la luz y cerré los ojos. !Que sea lo que Dios quiera!

Vi una chica, jovencita y me pare a su lado. Ella tampoco se a podido olvidar de ese día, ni de mi.

Abrió la puerta de atrás, mientras yo la miraba aterrada y le decía que si sabia indicarme donde iba, pues era mi primer día y no tenia ni idea, ella no me escuchaba, estaba muy nerviosa también, y atropelladamente me decía que me diese prisa, que llevaba mucho rato esperando un taxi, que iba a una entrevista de trabajo, su primer trabajo y llegaba tarde, tenia la dirección , pero no sabia indicarme.

Ninguna escuchaba a la otra, las dos hablábamos a la vez, ella me suplicaba que tenía mucha prisa, y yo que se bajase y cogiese otro taxi, que yo no tenia ni idea. Hasta que oí una palabra que me sonó a música celestial. Es en Rivas!!! En Rivas??????? No podía ser, era un milagro. En Rivas!!!. Mi barrio!!!

Arranque a toda leche, y le dije que se tranquilizara, si algo me gusta es correr con el coche, bueno ya no tanto, las multas hacen milagros! Le pregunte donde iba exactamente, y me indico un centro comercial. Solo había uno entonces. Iba a una tienda que vendían productos de peluquería, solo había una en ese centro comercial, y era de mi amiga Conchi.

Cuando llegamos aparque el coche, llegaba diez minutos tarde, y a la pobre solo le faltaba ponerse a llorar. Aparque el coche y le dije que no se preocupase, que era su día de suerte, y el mío!

Creo mucho en las “señales”, y aquello era cuanto menos significativo. Que después de dos horas dando vueltas sin atreverme a coger un pasajero, justo hubiese ido a pararme delante de aquella chica, que estaba más acojonada que yo, si es que eso era posible. Que fuese a mi barrio, donde yo me movía como pez en el agua, y encima a la tienda de mi amiga….

Cuando llegamos a la tienda, nos dimos un achuchón, de los buenos! _Que haces aquí? - Ya ves jajaj, que me he puesto a currar de taxista, _Y tu que tal??- Pues nada aquí, como siempre, esperando a una chiquita. Yo casi me había olvidado de la “chiquita”, con la emoción de ver a mi amiga!. -Así, ya jajaj, esta es la chiquita! Oye que la culpa de que llegue tarde es mía!
Mi amiga no daba crédito y la chica tampoco. Cerro la tienda y nos fuimos a tomar a tomar un café. Allí le conté toda la peripecia, mientras la chica permanecía muda.

Me pregunto por mis hijos, .. Yo por los suyos… Su marido,.. El mio…En fin, lo normal en esos casos.

La chica me miraba asustaba, y yo que ya no me acordaba del mal rato, era la de siempre, le dije -nena tranki, , que el puesto es tuyo, o noooo Conchi????

Claro que el puesto fue suyo, no podía ser de otra forma.
El Martes siguiente me acerque a la tienda a ver a mi amiga, y .. a la chica! Conchi estaba contentísima con ella, Y Lucia, mi primera pasajera, me dio dos besos que casi me deja sin respiración.

Ambas hemos recordado después muchas veces este día, eso si ya sin nervios, siempre riéndonos a carcajadas.

Lucia tiene ahora 29 años, y prácticamente es quien lleva esa tienda, pues a mi amiga le fueron bien las cosas, y amplió el negocio, abriendo otra tienda, en otro centro comercial, mucho más grande, que inauguraron años más tarde en mi barrio.

miércoles, 29 de abril de 2009

ESAS PEQUEÑAS COSAS





Ni siquiera les había comentado a mis hermanos, el tema del reloj. Cuando murió mi madre, se planteo, como es lógico, que hacíamos con los muebles, pues decidimos poner el piso en venta.. El mobiliario era una mezcolanda de muebles de estilo moderno, salpicado con unas cuantas piezas antiquísimas. Mi hermano, que para eso es banquero, comento la posibilidad de buscar un anticuario y tratar de vender lo que pudiésemos.

Mi hermana dijo que a ella le daba lo mismo lo que hiciésemos, y claro, para no variar, yo me negué en redondo a desprenderme de las cosas que llevaba viendo a mi alrededor desde que tengo uso de razón. No hubo ningún problema, bueno para mi si, pues acomodar en mi casa, los muebles que me lleve de casa de mi madre, fue todo un poema.

Yo no quería tirar nada de lo que ya tenia, pero a pesar de tener un salón aceptablemente grande, integrar en él un banquillo, dos sillas, de considerables dimensiones y un espejo enorme, fue como jugar al tetris. Digamos que mi salón paso de ser un espacio cómodo y funcional, a una especie de almacén de trastos viejos. Incluso quite la mesa de la cocina, para poner en su lugar un taquillón que mis padres tenían en la entrada, donde mi padre guardaba todas sus herramientas.
Si en ese momento, para mi fue un problema el echo de no querer desprenderme de esos recuerdos, no digamos cuando decidí trasladarme aquí.

Mi actual “morada”, mide exactamente cuarenta metros, y aquí, si que no hay tia tíreme usté al río. Aquí no puedes decir, quito esto para poner aquello. Los muebles forman parte de la propia estructura de la casa, así que no me quedó otro remedio que recurrir a los servicios de un guardamuebles..

El Domingo a eso de la una llegaban mi hermano y mi cuñada, antes de que entraran le tape los ojos a mi hermano, y le puse delante del reloj, le deje un rato que escuchase, no tardó más de cinco segundos en reconocer el sonido tan familiar y tan querido. A pesar de ser en teoría el más materialista de los tres, o eso pensaba yo, se emociono de verdad, cuando le destape los ojos, y vio ante él, el reloj funcionando., fue realmente un momento muy emocionante para los dos. Lastima que mi hermana no pudiese venir el Domingo, pues me habría sido la leche vivir los tres juntos ese momento, pero el finde que viene, no se imagina la sorpresa que le espera..

También vinieron a comer Ventura y Estrella, que por cierto no se como se las apañan, pero también me hicieron pasar un rato de chupa pan y moja. Ya la semana pasada, me habían dado mi regalo de cumpleaños,.

Les había comentado hacia algún tiempo, que si pasaban por un centro comercial, mirasen haber si encontraban el juego de karaoke de la Wii, pues llevaba desde que me la regalo el pequeño, que estaba agotado. El viernes pasado se presentaron con él, menuda sorpresa me dieron, el tema era que ellos si lo encontraba me lo comprasen, y yo se lo pagaba claro. Pero ellos me dijeron que era mi regalo de cumpleaños.

Cuando llegaron el Domingo, me pillaron que iba del porche a la cocina con un paquete de filetes en la mano. Yo les había comentado, que pasaba de comprar otra tarta, pero por la mañana cambie de opinión “como es normal en mi”, baje al pueblo y compre una. Como no podía ser de otras manera, ellos que no se les escapa un detalle, venían con una tarta Al decirle a Estrella, que yo había comprado otra, me dio un manotazo en la mano que llevaba los filetes y se me despanzurraron en el suelo, pero antes de salir de mi mano, un chorreton de sangre, de la carne, fue a parar a su trenka, blanquita, Ainssss.

Bueno a lo que iba, que me disperso. Ellos son así, dos ositos amororos, bueno tres, Sergio es igual. El caso es que cuando entramos, me dieron una tarjeta, me temí lo peor y no me equivocaba. Menos mal que me dijeron que la leyera solo para mi, pues me hubiera ahogado, si lo tengo que llegar a leer en voz alta..

Me van a matar, lo sé, pero no lo puedo remediar, vosotras formáis parte de este sueño, es más, sois las responsables directas. Y me encanta compartir aquí, en este rincón, los momentos mágicos, pues al final es con lo que te quedas, el cariño, de los demás. Uffff, haber si soy capaz de escribirlo sin ponerme a llorar!
 
“La vida es como un viaje en barco, subes y bajas según las olas. Gracias a los amigos como tu, no perdemos el horizonte y cuando sufrimos naufragios, una amistad como la tuya es la vela en la cual nos apoyamos, mientras buscamos un nuevo rumbo.

Gracias por no juzgar, gracias por escuchar sin opinar, gracias por hacernos saber que siempre estarás ahí si te necesitamos.

Cuando todo algunas veces nos parece imposible, horrible o inalcanzable, pensamos en tus sonrisas, y con la fuerza que nos da de repente, todo es posible”
 
GRACIAS A VOSOTROS POR ACEPTARME COMO SOY, ESTE CUMPLEAÑOS NO LO PODRE OLVIDAR JAMAS
 

lunes, 27 de abril de 2009

EL RELOJ



Hace apenas unos días, aquí mismo, sentada en esta misma silla, y ante el mismo ordenador escribía, que para mi, desde hace años el día de mi cumpleaños, no es precisamente uno de los más agradables de recordar.

Decía aquí mismo, que este regalo seria muy difícil de superar. Pero este año, pereciera como si mis amigos os hubieseis puesto de acuerdo, para darme una sorpresa tras otra, a cual más grande que la anterior.

Si fuera acojonada, pensaría que me estoy muriendo, y lo sabéis todos menos yo. Pues es increíble como entre unos y otros me habéis dado de lleno en la diana. Tengo la sensación de que os hubieseis puesto de acuerdo, para concederme un último deseo.

De verdad que no me imaginaba que pudiera recibir una sorpresa mejor que esta, pero estaba equivocada..

Por motivos de espacio he tenido que repartir la celebración en dos tandas. En principio la tanda más numerosa seria el Domingo al medio día. Pero en ese sector se encuentran los que gustan de las sobremesas regadas de buenos cubatas, y todos ellos a media tarde, se van a sus casas, pues al día siguiente tienen que ponerse en marcha, a horas más bien tempranas.

Total que el Sábado a medio día, mientras comíamos en la parcela de mi amigo Jose, que celebraba también su cumpleaños , me empezaron a dar la bronca, que si mejor lo celebrabamos esa noche, que así podian beber, que si tal y que si cual…..

A mi realmente me daba lo mismo, así que les dije que, sin problemas, ya tenia todo comprado, así que solo era cuestión de adelantar los preparativos.
A media tarde me vine para casa, y me puse manos a la obra, les dije que sobre las 9 era buena hora.

La primera sorpresa, me la dieron Jose, Domingo y Ramón. Faltaba ya poco para las nueve, y de pronto oigo cantar en la calle, me asomo por la ventan del salón, y me los veo allí a los tres, guitarra en ristre, cantándome una canción de tuna. Creí que me meaba por las patas abajo. Voy a intentar poner la foto, si lo consigo será un milagro.

Pero el sorpresón vino más tarde. Hacia más de un año, le había dado a Domingo, el reloj que presidio el salón de la casa de mis padres durante toda mi vida, hasta que me casé. No sé los años que llevaba sin funcionar, pues sabia que el arreglo era costoso. Es un reloj antiquísimo, y mi padre lo tenia en gran estima. Tras el fallecimiento de mi madre, yo me lo lleve, de esto hace casi 6 años, y me había prometido a mi misma, que costase lo que costase, algún lo arreglaría, pues volver a escuchar esas campanadas, era casi una necesidad vital.

Esas campanadas me habían acompañado, gran parte de mi infancia, toda la adolescencia, y la juventud, hasta los 19 años, cuando me casé.
Domingo ya me advirtió que no era fácil, el no podía arreglarlo, la maquinaria es demasiado antigua, encima perdí una aguja, el día que se lo lleve a su relojería. Pero después de saber lo que significaba para mi ese reloj, me prometió, que aunque tuviese que fabricar las piezas que estaban mal con sus propias manos, no me podia decir el tiempo que tardaría, pero que volvería a ver ese reloj funcionando.

Cuando terminamos de cenar, Domingo salio a la calle, dijo que iba al coche, casi ni me enteré, andaba entre el salón y la cocina, y de pronto le vi. Lo traía en sus brazos. Me quede paralizada, sin habla, no podía ni llorar, ni reír. Quería tirarme a su cuello, comérmele a besos, pues encima da casualidad, que se parece muchísimo a mi padre, y por un momento la imaginación, me llevo treinta años atrás, y no veía a Domingo, veía a mi padre, siempre con su sonrisa amable, igual de delgaditos. Da la coincidencia que mi padre era relojero y también amaba los relojes.

Lo primero que hacia cuando se levantaba era dar cuerda al reloj del salón, No recuerdo que nunca nos dijese que no lo tocásemos, pero si recuerdo que siempre advertía a mi madre, que si alguna vez le daba cuerda, tuviese cuidado en quedarse un poco corta, no fuese a saltar la cuerda.
Faltaban pocos minutos para las 12, cuando Domingo termino de instalarlo en mi salón. En los pocos instantes que pasaron hasta que comenzó a sonar, me ví de pequeña, cuando los cumpleaños eran tan felices. Los tres hermanos con nuestras bromas. Yo siempre la más revoltosa, pero siempre feliz.
Alguien encendió las velas, y dijo piensa un deseo. Pero a mi ya no me quedan deseos que pedir para mi.


Pedí, que Jari se cure completamente.

Pedí que Elena, sea capaz de despertar cada mañana y ver lo bueno que tiene a su alrededor, para que el pasado sea lo menos doloroso posible.

Pedí que azazel, no pierda nunca su frescura, y me siga alegrando con sus paranoias.

Pedí que bambi no pierda nunca la paciencia conmigo, y reciba de la vida, tanto como es capaz de dar.

Pedí que sin humos deje los ansioliticos, porque todo este bien.

Pedí que Lexias y Alexey se nos pongan buenas del todo.

Pedi que mi amiga rubita se ponga bien de sus ojitos.

Pedí que marulo, no se canse nunca de leernos y de contarnos.. Y que mmaitel siga siendo mi amiga.

Pedí que algún día podamos conocernos y darnos un achuchón de los gordos.

Pedí que a Ventura y Estrella, la vida les de un respirito, y que nunca dejen de ser mis amigos.

Pedí que a mis hijos nunca les pase nada malo.

Pedí que a mi familia la vida siempre les sonría.


Aquí dejaron de sonar las campanadas, y en ese momento supe que ya nunca más volvería temer que llegase mi cumpleaños.



GRACIAS A TODOS, SIN VOSOTROS ESTE MILAGRO NO HUBIESE SIDO POSIBLE

domingo, 26 de abril de 2009

CUANDO EL ESPEJO SE ROMPE


!Desde el cariño más profundo, te digo una vez más, JARI, que te admiro profundamente!
La siguiente entrada, es una trascripción, de un escrito que me ha remitido nuestra amiga jarita, para compartirla con todos nosotros.

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Me he pensado mucho el escribir o no esta entrada, y me gustaría que se leyera sin ver en lo escrito ni a una jarita victimista, ni a una jarita que se regodee en el sufrimiento. Últimamente he escuchado de muchos de vosotros palabras como " admiro tu fortaleza" y me ha dado que pensar, si lo que escriba sirve para que alguien recupere la fuerza y el coraje, me doy por bien pagada. Quiero empezar este escrito con lo que un día escribí cuando estaba todavía en tratamiento.


Nueve largos meses....... 27 de Enero de 2009

Han pasado nueve meses y se puede hacer balance, se puede decir que la primera batalla está superada. Podría hablar de la dureza del tratamiento y recrearme en la angustia y el dolor, pero no voy hacerlo, solo decir que es cierto que hay que echarle un par....

Me gustaría hablar de sentimientos, de cambios, de lo mucho que se puede aprender y de todo lo que ganas cuando luchas y no mueres en el intento. Que la vida es dura, lo sabía, tanto?... Pues no me lo esperaba.

Es curioso ver cómo cambia tu vida en cuestión de segundos, cuando el cáncer apareció en mi vida me di cuenta de lo poco que valoraba esas pequeñas cosas que son las que hacen grande nuestra vida, creía que sabía mucho de mí (que equivocada estaba). En estos meses he sentido de todo, lo primero que sentí fue desconcierto acompañado de rabia y mucho miedo, miedo a no saber enfrentarme a lo que se me venía encima, rabia por no entender porque me tocaba a mí, la pregunta siempre era la misma... ¿Porque a mi, que hice para merecer esto?, sin saber que el cáncer no se tiene por merecimiento ni por mal comportamiento y desconcierto porque era incapaz de controlar la situación, no terminaba de entender y el no saber siempre me ha provocado angustia.

No tuve tiempo de pensar que pasé de una operación a otra y solo cabía ponerse las pilas y luchar y ahí los sentimientos empezaron a cambiar, se fue apartando el miedo para dejar paso al empeño de salir de esta guerra victoriosa. Una guerra en la que me he dado cuenta que no sabemos ni somos capaces de valorar nuestra fuerza interior, una guerra que me ha devuelto la ternura, el cariño y ese sentimiento tan agradable que es el sentirse querida, una guerra con la que estoy aprendiendo a contar hasta diez, porque me he dado cuenta que la mayoría de las discusiones o enfrentamientos que tenemos en el día a día, se pueden evitar y no deberíamos darle tanta importancia como le damos.

La familia, la amistad recuperan su verdadero valor y el egoísmo sin darte cuenta se va alejando de ti. El cariño de la familia y de los amigos se hace imprescindible y te das cuenta de lo mucho que necesitas esas miradas de complicidad, esas muestras de apoyo y las risas cargadas de ternura de tus hijos.

Es tan duro el tratamiento que tirar la toalla puede llegar a ser muy fácil, pero cuando llega ese momento todos los sentimientos se unen y te demuestran que tú no has nacido para hacer lo más fácil, que la dificultad te crece y que el cariño de los que te rodean te levanta del suelo y te lleva en volandas para que no te claves ni un solo cristal cuando el espejo de repente se rompe.

En estos meses ha habido días y noches muy largas, noches en las que la soledad es tu única compañera y la mente te juega malas pasadas, pero como siempre digo, la suerte conmigo siempre ha sido amable, y he tenido a quien poder contarle mi soledad. La soledad es buena siempre y cuando tengas alguien a quien contársela y es en soledad donde realmente aprendes a valorar, la soledad hay momentos en los que es necesaria para poder llegar a lo más hondo de nuestro ser y dejar que afloren libremente los sentimientos.

No deja de ser curioso que sea en momentos así cuando realmente aprendes, que son las situaciones límites las que nos muestran como realmente somos. Vemos pasar nuestros defectos y nuestras virtudes como si de una película se tratase, de nosotros depende que sepamos o no interpretarlos y saber corregir en lo posible nuestros defectillos, por las virtudes no debemos preocuparnos es tarea de los demás el realzarlas...

Todos conocemos o tenemos en casa a alguien que está pasando por lo mismo y contando lo mío lo único que pretendo es decirle a quien esté pasando por esto , como dice Sabina, hay más de 100 motivos para no cortarse las venas, que todos tenemos la fortaleza y el coraje para hacerle frente a cualquier adversidad que la vida nos "regale". Si que es cierto que se pierde mucho, pero no es menos cierto que también se gana, y lo ganado supera con creces lo que se pueda llegar a perder. En esta enfermedad, lo que me ha quedado muy claro es que la actitud que se adopte es tan importante como el tratamiento. La sonrisa por muy grande que pueda ser el dolor y el sufrimiento, no debemos perderla, solo hay que pensar que si nos dejamos llevar lo perdemos todo, el miedo tenemos que conseguir que siempre se nos quede un pasito por detrás, como mucho que vaya a nuestro lado, pero nunca por delante. Tenemos que pensar que los que tenemos a nuestro lado sufren y mucho el momento por el que estamos pasando, que nosotros tenemos todo el derecho del mundo para la rabia y el pataleo porque son nuestras venas las que se revientan y es nuestro cuerpo el que conoce el dolor extremo pero no por ello debemos olvidar que hay mucha gente que padece y aguanta nuestros cambios de humor y nuestros desplantes. Solo por ellos vale la pena luchar aun cuando las fuerzas se agotan, porque ellos serán los que lucharan por nosotros cuando nosotros no podamos.

Perdonad el ladrillazo, pero me hacía falta decirlo.
Jarita.... Una plebeya canalla

QUERIDISIMA TANI


La primera vez que te vi estabas entre cristales rodeada por al menos una decena de Guardia Civiles, mientras miles de personas impedíamos que injustamente te ingresaran en la cárcel.. Hacia menos de dos meses que sabía de tu existencia por los medios de comunicación. Me impactó tu historia y entre varios amigos y conocidos comenzamos una lucha, que jamás pensamos que llegara a tomar las proporciones que tomó.

Quiso tu angelito de la guarda que el alcalde de nuestro queridísimo pueblo, que hoy es el tuyo también, tomara cartas en el asunto y emprendiéramos una lucha sin cuartel, para impedir que se cometiera tamaña injusticia contigo, como pretendían nuestras leyes, que no entienden de sufrimientos ni de sentimientos.
Tu calvario terminó una noche, que harta de palizas y vejaciones, dijiste ó tu ó yo, y acabaste con la vida de tu marido. Eran demasiadas las cicatrices, físicas y morales, y varias las placas que llevabas en la cabeza debido a los brutales golpes que te propinaba, el que un día, otros decidieron por ti, sería el padre de tus hijos y tu compañero en la vida hasta que la muerte os separase.

Pero comenzó otro, y no menos ingrato y cruel. Ahora la justicia te pedía cuentas, esa justicia injusta, que no entiende de sufrimientos, ni de sentimientos, y te condenaron. Clamaste al cielo por haber nacido, pero abatida ofreciste tus manos, para que te pusieran los grilletes.

Pero algo bueno te tenía que pasar en la vida, después de tanto sufrimiento, y aquella tarde, la de tu ingreso en prisión supiste que no estabas sola, que estábamos dispuestos a que las “lecheras” de los antidisturbios nos pasaran por encima, antes que permitir que te metieran para dentro. Aquella imagen tuya abrazada a tus hijos, no la podré olvidar jamás. Luego llego aquel señor tan pomposo, escoltado por coches oficiales y todos nos quedamos mudos. Hablo con nuestro querido y valiente alcalde, mientras todos esperábamos con el corazón en un puño.

Cuando le abrieron paso y se pudo acercar a ti, vi su cara de felicidad y supe que habíamos ganado la batalla. Algo te dijo, te abrazo y tú te desmayaste.

Por megafonía nos explicaron que el señor pomposo había hecho la firme promesa a nuestro alcalde que si recogíamos medio millón de firmas pidiendo tu indulto, revisarían la sentencia. Y vaya si lo conseguimos Tani, y nos sobraron. Seguro que esos dos meses que estuviste encerrada se te hicieron eternos, pero sabias que fuera estábamos luchando con uñas y dientes.

El día que llego el papelito donde decía que eras libre, que al día siguiente a las 8 de la mañana se abría la puerta para ti, esa puerta por la que no debiste pasar jamás, nuestro pueblo fue una fiesta. Salimos todos a la calle y los que pudimos nos fuimos para la cárcel, queríamos que nos oyeras, que supieras que te estábamos esperando.

Cuando llegó la mañana, con las primeras luces la entrada se lleno de autocares, familias, mujeres con sus hijos, y como no, llegaron los que sin a ver movido un dedo, querían salir en la foto. Pero ya daba todo igual. A las 8 en punto apareciste a lo lejos, con tu maletita, y chillamos, reímos, lloramos. Te tuvieron que escoltar, como al señor pomposo, por miedo a que con la efusión y el ansia de querer abrazarte, hiciéramos contigo lo que no consiguió el indeseable que te amargo la vida.

Te vi pasar por delante de mí, con las manos puestas en las ventanillas del coche. Esa es la última imagen que tengo de ti.

Sé por amigos, que sigues bien, que eres feliz junto a tus hijos. Como soñar no cuesta dinero, de pronto imagino que por una casualidad del destino hoy entraras aquí y leyeras esto. Para que sepas que no me he olvidado de ti.


Para Tani, una mujer valiente.

RECUERDOS ENCERRADOS EN UNA BOTELLA QUE UN DIA TIRE AL MAR (2ª PARTE)


Cuando Sonia me dijo que podía irme a casa respiré aliviada. Necesitaba llegar a casa, meterme en la bañera, ponerme un cubata, y un cigarrito Ese era otro de mis rituales, favoritos.

Cuando llegue a casa, mis hijos estaban cenando, los abrace con todas mis fuerzas, tenía muchas ganas de llorar, me senté un rato con ellos, y hablamos de sus cosas, Mi hijo el mayor era muy responsable, ayudaba a su hermano con los deberes, preparaba la cena, y era quien solía estar pendiente si faltaba algo de primera necesidad. Me llamaba siempre, cuando llegaba a casa, para que estuviera tranquila.

Nunca me pedía nada, y esa noche le dije que si quería se apuntara a la autoescuela,, me dijo,- mamá no tengo prisa, y no quiero que tengas más gastos. Menos mal que en ese momento sonó el móvil, porque ya no podía contener las lagrimas, conteste disimulando. Era Sonia, para decirme que a las 11 en el hotel...Me pregunto qué tal estaba, que me había visto hecha polvo, y que si estaba muy cansada, que se buscaban la vida. Le dije que no, que si ellos podían yo también. Me conto, que para ellos eso era su trabajo, que te terminas poniendo una coraza, para que nada te afecte. Y que era lógico que si era la primera que me veía en una situación así me estuviera afectando, me dio ánimos y nos despedimos hasta la mañana siguiente.

Llené la bañera y preparé mi ritual, me puse el cubata cargadito, y una vez dentro del agua, rompí a llorar. Lloré mucho rato. Casi me sentía culpable, porque no hubiese nadie de los míos, entre esas más de 900 víctimas, que se llevaban contabilizadas, hasta ese momento. Lloraba porque necesitaba estar más tiempo con mis hijos. Lloraba por los abrazos que me faltaban, en momentos como ese. Lloraba porque mis hijos fuesen tan comprensivos y no me diesen ni un disgusto. Lloraba porque no sabía si yo había echo meritos para mecer todo eso. Y lloraba porque me acordaba de las chicas que iban de la mano y me arrepentía de mi cobardía por no haber sido capaz de bajarme del coche y darlas un abrazo.

Pensaba en la madre desaparecida del niño del cementerio, y me sentí asquerosa, por estar en la bañera tomándome un cubata.

Antes de acostarme, comí un poco de fruta y me tome una pastilla para dormir.

Me desperté antes de que sonara el despertador, había descansado y me dispuse a encarar el día sin mirar atrás. Me arregle un poco más, de lo habitual, respiré hondo, y me dije- tu puedes nena. Como tenía tiempo di un paseo con las perras, que me sentó de maravilla.

Cuando llegue ya estaban abajo, se les veía también mucho más relajados. Sonia me dio dos besos, y me dijo que estaban contendimos de haber dado conmigo. Los otros me sonreían muy amables y me sentí bien.

Partimos para la calle Génova. Daba gusto circular. Cuando llegamos ya tenían su sitio reservado y nos dirigimos allí. Creo recordar que la tarde anterior había habido traca allí, pero de momento la cosa estaba la tranquila.

Poco a poco la zona se fue llenando de gente, la mayoría contrarios al PP que pedían explicaciones, al mismo tiempo se llenaba de antidisturbios. Sonia me advirtió que anduviese al loro, que en cualquier momento se podía liar. A mediodía comimos en el bar más cercano, que estaba abarrotado. A los cinco Minutos de entrar, fuera se lió una escaramuza. Y pensé en mi taxi, que estaba allí, al pie del cañón, el pan de mi casa.

En seguida se calmaron los ánimos con unos cuantos leñazos que se llevaron los alborotadores. A medida que transcurría la tarde, aquello se fue abarrotando de gente, Lo normal en otras circunstancias, es que solo fuesen adeptos al PP, pero no era así, Estos seguían insistiendo en que la autoría del atentado era de eta, y los otros que era de Alkaeda.

Allí se repartieron leches en todas las direcciones, cobró hasta el apuntador, Yo cuando veía la cosa muy negra me metía como podía en el bar que habíamos comido. Ya ni pensaba en el taxi. Lo único que me preocupaba es que no me salpicara alguna hostia perdida. A las siete de la tarde los sondeos a pie de calle daban que había un empate. Y empezó el movimíento.de Génova a Ferraz, y viceversa. En la siguiente hora, prácticamente ya no se podía circular. Las calles se llenaron de coches, la mayoría portando banderas de su partido. Por cualquier parte surgía una escaramuza y la policía no daba abasto en poner orden.

Me dije que si salía de esa, indemne, en otra ocasión, me pensaría muy bien las cosas antes de meterme en otro berenjenal de ese calibre. A las 8 cuando cerraron los colegios electorales, prácticamente a los 5 minutos empezó a correr la voz como un reguero de pólvora que el PSOE, iba por delante. Así que para Ferraz. Yo deseaba con todas mis fuerzas, que aquello terminara cuanto antes, menudo sin vivir tenia, Cuando por fin se confirmo el ganador de las elecciones, vuelta para Génova. En la puerta de la sede, apenas quedaba un grupo pequeño de personas, cosa que me tranquilizó.

Sonia, era del PSOE y estaba contentísima, yo también, aunque como hasta ese momento mi mayor preocupación era mi integridad física, poco me preocupaba quién ganará las elecciones. Una vez que las cosas ya parecían calmadas del todo, pasamos el tiempo de buen rollo.

Le conté a Sonia que personalmente me alegraba un huevo por Esperanza Aguirre. Hacía muchos años en mis tiempos de jardinera la había tenido que sufrir como jefa indirecta, al ser ella la delegada, del Área de Servicios y Mantenimiento de parque y jardines. La única vez que la vi, fue durante una huelga, que se presentó en nuestra caseta, y ni se digno bajar del coche, solo nos miró con el mayor de los desprecios. Hablo con el encargado, por supuesto para amenazarle sino volvíamos al trabajo.

Pero la sombra de esa señora parecía que me perseguía. Como Presidenta de la Comunidad de Madrid, a los taxistas nos había metido un rejonazo por toda escuadra. Aprobando un nuevo estatuto, que nos perjudicaba muchísimo a los que solo teníamos un taxi, y por supuesto favorecía a los floteros.

La noche anterior a la aprobación del nuevo estatuto, cinco mujeres taxistas nos encadenamos en la puerta de una iglesia de Entrevías, sumándonos y apoyando a 7 compañeros que dentro de la iglesia permanecían en huelga de hambre. Mientras el resto de compañeros colapsaban el centro de Madrid. Pero de nada sirvió. El estatuto fue aprobado, y cada mochuelo a su olivo.

Sonia que era un encanto, me dijo que si me quería vengar, cuando saliera, me acercará a ella, con su acreditación, en la solapa y una cámara para disimular. Y yo que no me corto un pelo, según se lía el revuelo porque sale la Espe, me da Sonia su alcachofa, y allí que me planto delante de ella y le suelto que si piensa aprobar la subvención para las mamparas de protección de los taxis. Me mira atónita, y justo me empujan y la meto un alcachofazo en todo el morro, sin querer, eh! Antes de que me pudiera recuperar del shock, un poli me agarraba por la cintura y me sacaba en volandas, mientras veía a Sonia apoyada en mi coche partiéndose la caja. Gracias a Dios la cosa no pasó a mayores y el resto de la noche hasta las cuatro de la mañana me lo pase genial con ellos.
SI ALGUNO DE VOSOTROS ENCONTRAIS ALGUN DIA ESTA BOTELLA RECORDAR QUE TODOS TENEMOS LA OBLIGACION DE TRABAJAR POR UN MUNDO MEJOR

sábado, 25 de abril de 2009

RECUERDOS ENCERRADOS EN UNA BOTELLA QUE UN DIA TIRE AL MAR (1ª PARTE)


Siempre he tenido el deseo de encontrarme una de esas botellas que un día alguien tira al mar, sin saber a qué manos va a ir a parar. Me veo a misma recordando, como siendo poco más que una niña, lo que más ilusión me hacía, las pocas veces que podíamos pasar unos días en la playa, era la posibilidad de encontrarme una de esas botellas.

Desde entonces he tenido la costumbre, de la misma forma que otros rezan, ó hacen otro tipo de reflexiones antes de dormir, yo siempre dedico un rato a meter en botellas tanto cosas positivas como negativas. En mi pensamiento las botellas con las cosas positivas siempre las tiro cerca, para así tener la posibilidad de recuperarlas en cualquier momento.

Pero cuando lo que encierro en mi botella imaginaria son cosas negativas, que me duelen, tiro la botella lo más lejos posible, con todas mis fuerzas, con el deseo de no recuperar jamás esa botella.

Pero el mar es caprichoso, las mareas vienen y van, y de pronto un día, cuando menos lo esperas aparece una de esas botellas que encierra en su interior cosas que no quieres recordar, paro que están ahí. Parece ser que es bueno utilizar este medio como terapia para sacar los “demonios”… así que lo voy a intentar.

Supongo que estos últimos cinco años, la botella donde estaban encerrados los recuerdos de cuatro días durísimos que viví, ha permanecido al pairo, supongo que por ese mecanismo de defensa que los seres humanos tenemos, para continuar y mirar hacia delante, sin volver la vista atrás.

Pero más tarde ó más temprano, ocurre algo que hace que te enfrentes a esos recuerdos…

El tiempo transcurrido y mi empeño en no querer recordar hace que me cueste mucho trabajo poner en orden los hechos, pues hay momentos que los tengo “clavados”, y solo necesito cerrar los ojos, para volverlo a verlo como estuviera sucediendo en este mismo momento, y sin embargo hay otros, que por más que me esfuerzo, no consigo recordar.

El día de la pesadilla, para mí era uno más. Trabajaba de noche, por lo que no me despertaba hasta pasadas las tres de la tarde. Intentaba, y lo sigo haciendo, escuchar las noticias lo menos posible, aunque siempre suelo tener la televisión puesta, no me gusta el silencio. Estaba acostumbrada a oír sin escuchar el murmullo de fondo, sin prestar atención. De escuche algo de un atentado, pero no puse mayor atención.

Soy familia muy directa de una víctima de eta, y el dolor pasado muchas veces te cura de espanto. Son ya tantos los atentados, que pensé, uno más. Me metí en la ducha, seguí mi ritual diario, me prepare un pequeño piscolabis, y me dirigí al salón.

Al sentarme frente al televisor, se me helo la sangre. Las imágenes mostraban lugares que yo tanto conocía, era la zona de Atocha. Subí el volumen, con el ensordecedor ruido de ambulancias, costaba escuchar, pero en menos de 5 minutos, fui consciente de la magnitud, de la tragedia.

Tengo que ser sincera aunque no sea políticamente correcto, no sé si a los demás les pasará, pero a mí no me afecta lo mismo, lo que ocurre a cientos de kilómetros, como lo que su sucede a mi lado, A pesar de la conmoción que sentí en ese momento, poco podía yo imaginar, que pocas horas más tarde me vería inmersa en esa tragedia y la tendría que vivir en toda su crudeza.

Si no me falla la memoria era Jueves, salí a trabajar sobre las 7 de la tarde, hice dos o tres servicios, y tras la última descarga, me dirigí, hacia la puerta del Sol. Recuerdo vagamente que había menos tráfico, no cargue por el camino y me coloque, en una parada no oficial, que hay en el kilómetro cero tenía cinco coches delante, por lo que me puse hacer crucigramas.

No habían pasado dos minutos cuando vi dos chicas miran los taxis al no ser parada oficial, si alguien tiene el gusto de no coger al primero, lo habitual es que nadie proteste, aunque por simple cuestión de ética, invites al cliente a tomar el primero por evitar malos rollos. Pero si el cliente insiste, pues lo normal es acceder, la gente a veces es muy caprichosa.

Observe a las chicas, pasar `por delante de mis compañeros, cuando llegaron a mi altura, me hicieron un gesto para que bajara la ventanilla y así lo hice -tenéis que coger el primero, les dije...-Disculpa, es que queremos hablar contigo, me contesto una de ellas.

Me baje del vehículo, y me dieron la mano. Me contaron que eran de la agencia EFE, que necesitaban disponer de un taxi durante cuatro días, para unos corresponsales de guerra, que venían a cubrir la noticia del atentado, como enviados especiales de la CNN. Les pregunte porque se dirigían precisamente, teniendo cinco compañeros delante, y me contestaron que les había parecido “más” de fiar. Que durante los cuatro días tenía que ser de alguna manera la custodia de cuatro cámaras de televisión que valían cada una 10 millones de pesetas, y que para ellos era fundamental, tener plena confianza en el taxista. Me ofrecieron una cantidad de dinero elevadísima, si me comprometía a trabajar en exclusiva para ellos durante los cuatro días.

Aunque hubiera sabido de antemano los momentos terribles que pasaría, durante esos cuatro días seguro que hubiera aceptado, de igual forma. No andaba yo precisamente, como para tener escrúpulos. Me dieron la dirección del hotel donde tenía que recogerlos a las 7 de la mañana su número de móvil, yo les di el mío, y nos despedimos.

No estaba precisamente el ambiente muy rumboso pasaron casi tres cuartos de hora, hasta que cargo el primero, el siguiente te marcho al poco rato de vacío. Y decidí no perder más el tiempo y me salí de la fila. Baje por la Carrera de San Jerónimo, sin ver una mano en alto, y me plantee si merecía la pena seguir dando vueltas, y más con la perspectiva de que ala cinco y media me tendría que volver a estar en pie.

En la esquina de Cibeles con Alcalá, una señora levanto la mano, ya casi había decido marchar para casa, y pensé, a que esta me lleva para la otra punta? Cuando la señora se acomodo, me dijo.- A Santa Eugenia….Bingo!.. Muy señora, le dije. Ella había decido por mí, me llevaba a casa. Es obvio que la conversación durante el trayecto, se centro en el atentado. Precisamente una de las bombas había estallado a pocos metros de su casa, y me contó las horas de angustia que pasó, hasta que tuvo noticias de los suyos.Pero a mediodía había recibido el mazazo de una amiga muy querida había fallecido. Precisamente venia de sus condolencias a la familia de su amiga.

La mujer me pidió disculpas por su momento de desahogo, pues lloro amargamente, mientras me lo contaba.Cuando llegamos al destino, le dije, que sería mi última pasajera del día, que me marchaba para casa, y por lo tanto si necesitaba un rato de compañía, aunque fuese una desconocida, estaba a su disposición.

Acepto mi ofrecimiento, y entramos en una cafetería, pedimos un par de coca colas y dio rienda suelta a su dolor. Me contó, que se conocían desde la infancia, y el destino había querido que sus vidas transcurrieran paralelas, llegando incluso a vivir a escasos cien metros una de la otra. Me contaba que cinco malditos minutos de la manecilla de un reloj, habían acabado con la vida de su amiga. Pues había perdido el tren anterior.

En la hora larga que estuve con ella, intente consolarla, dentro de lo que estaba en mi mano, ante una tragedia semejante. Su amiga dejaba dos huérfanos de corta edad y un marido destrozado. Cuando nos despedimos, nos abrazamos, y la vi alejarse, mientras me metía en el coche con el corazón encogido.

Poco imaginaba que eso era solo el preludio de lo que seria las siguientes horas.

Cuando llegué a casa mis hijos se sorprendieron, les conté, lo de los periodistas, estuve un rato con ellos, era poco lo que disfrutaba de mis hijos, y les propuse poner sus colchones en el salón, y seguir charlando hasta que nos durmiéramos. Desde el sofá daba gracias a mis angelitos de la guarda de poder vivir ese momento, les miraba, sonreían ajenos, al dolor que había en la calle, hicimos planes, para algún extra con el dinero inesperado que ganaría esos cuatro días. Y decidimos pasar en siguiente fin de semana en un camping.

Me dormí feliz, muy tarde casi las tres de la mañana, escuchando la respiración de mis niños, y dando gracias a Dios, nunca me importaba el día siguiente, hacía tiempo que solo disfrutaba del momento.

Cuando sonó el despertador, tardé unos segundos en situarme, pero enseguida reaccioné seguí mi ritual diaria, aunque un poco empanada, no están mis biorritmos acostumbrados a funcionar a esas horas, pero….

Cogí un bolso un poco más grande del que solía llevar, y metí unas cuantas barritas, de esas sustitutivas, zarandajas por el estilo a las que soy muy aficionada. Unas mandarinas, en fin algo que echarme a la boca, porque no sabía si podría comer algo decente.

Un poco antes de las 7 estaba en la puerta del hotel, ya estaban esperando, menos mal que estaba una de las chicas de la agencia EFE, porque de los cuatro no hablaban ni papa de español, y al otro apenas le entendía

Acomodaron sus bártulos en el maletero, aunque el que iba delante conmigo insistió en llevar su cámara encima de las piernas, la chica me dijo que en todo momento estaría en contacto conmigo, que no me preocupará por nada, y que nos veíamos en Atocha-

Apenas intercambiaron unas pocas frases entre ellos, y el que viajaba de copiloto, menos mal que
era el único que hablaba algo, pregunto, el tiempo que llevaba de taxista, y cosas así, sin importancia. Cuando llegábamos a Alfonso XII, el atasco era monumental, al fondo se veía el despliegue de unidades móviles, instaladas de prácticamente todas las televisiones del mundo. Se impacientaban, y aquello no se movía.

Pasados unos momentos, la policía empezó a abrir paso, cuando llegué a su altura me echaron el alto, se acerco un policía, y uno de los de atrás le enseño una acreditación, el policía me dijo que en cuanto los dejase abandonase la zona, pues estaba restringido el acceso. Le explique que estaba con esos señores de manera permanente, y por tanto no me podía marchar. Primera complicación. Necesitaba una acreditación visible en el parabrisas del coche, sino tendría problemas.

Por fin me dejó pasar, vi la unidad móvil de la CNN y a duras penas me dirigí hacia allí. El caos era de chupa pan y moja. Cuando sacaron sus cámaras se metieron en su unidad ´móvil, y yo allí en medio sin saber qué hacer. Poco tardó un policía en venir a darme el toque, el simpático y razonable de turno. Por más que le explicaba, el que me largará, y yo que no. Me aleje un poco del coche y el detrás de mi dándome la barrila, yo intentando llamar a la chica, pues por más que miraba no la veía por ningún lado. Y el poli sin dejarme en paz, ya mosqueada, le dije- tu estas trabajando, verdad?– Pues yo también. Cuando haciendo gala de la chulería que les caracteriza a algunos, (solo a algunos afortunadamente), me dijo a voces que sino movía el coche y me iba de allí, tendría problemas, menos mal que justo en ese momento apareció Sonia, la chica de agencia Efe. Vi el cielo abierto, ella muy educada le explico, y el poli le contesto que si no tenía autorización, le daba lo mismo si yo era taxista ó la hija del Rey, como ya estaba allí Sonia me envalentone un poquito y le dije, eso ya lo veríamos, a lo mejor te cagabas por las calicatas. Esto solo sirvió para recrudecer la gresca, y como no, me amenazo con denunciarme por desacato. Menos mal, que Sonia seguramente más acostumbrada a esas vicisitudes, ya estaba manos a la obra, intentando conseguir la acreditación.

Mientras el papelito me dieron un folio con membrete de la agencia y lo puse en el parabrisas.

El primer raund, parecía que terminaba. Estuve allí más de dos horas, dando explicaciones a cada policía que se acercaba y mostrándoles el dichoso papelito. Cerca de las diez, Sonia me indico que nos íbamos, dos de los periodistas y ella, vendría también para evitar más problemas. Querían el sito justo de la explosión, a tomar imágenes. Me dirigí hacia la calle Tellez, suspirando haber que nuevo contratiempo me esperaba, acercarse allí era una merienda de negros.

Cuando llegamos al primer impedimento, insalvable, Sonia se bajo y hablo con un poli, otro se acerco al coche y me hizo vaciar el maletero, volcar el contenido de mi bolso, en el asiento del copiloto, mis mandarinas por allí rodando, unas bragas que había cogido por si acaso, los tampax, las barritas de chocolate, en fin, toda mi intimidad, allí, cuando el buen señor se harto de hurgar entre mis pertenencias, lo metí todo atropelladamente en el bolso, y respiré hondo.

Al fin pudimos pasar. Según nos fuimos acercando, el olor, era de carne quemada, yo intentaba no mirar, había unos cuarenta o cincuenta personas, unos recogían, restos, por allí desperdigados, algunos eran humanos, los iban metiendo en bolsas de basura de las grandes, había muchas cámaras, todos queriendo captar la imagen más sórdida. Cada vez que aparecía algo, me mataban entre ellos, por tomar las primeras imágenes. Era patético verlos, parecían buitres sedientos de carroña.

A pesar de los esfuerzos de la policía por mantener la situación, bajo control, aquello era un caos.

Fue allí la primera vez que vi a dos chicas, dos más a las que seguramente no hubiera vuelto a recordar, de no ser porque las vi varias veces más y en otros lugares.

Cuando se acercaron, rápidamente fueron todos hace ellas, unas palabras desgarradas de un familiar directo de una víctima eran demasiado jugosas. Venían acompañadas de dos miembros de la Cruz roja, que impidieron que se acercaran a ellas los periodistas. Ambas lloraban desconsoladamente, iban agarradas de la mano. Cuando pasaron por delante de mi me miraron, supongo esperando encontrar el dolor compartido de ser familiar también de algún desaparecido. Yo las miré también, no sé qué cara puse y se alejaron.

Aunque intentaba no ver, mis ojos rebeldes miraban, vi los restos de un cochecito de bebé, y se me hizo un nudo en el estomago. Veía zapatos, muchos zapatos, jirones de bolsos, trozos de prendas de ropa, trozos de carne quemada, y de frente los hierros retorcidos del tren de la muerte, me metí en el coche intentando alejar esas imágenes de mi cabeza. Intente hacer crucigramas, para distraerme, pero era incapaz de poner una sola palabra. Cerré los ojos e intenté no pensar., Al rato vinieron al coche y me dijeron que nos íbamos para el recinto ferial.

Hacía más de diez años de la muerte de mi padre, y aunque el dolor se había mitigado, cada vez que volvía a un escenario de ataúdes y todo lo relacionado con la muerte, el dolor volvía, punzante, ese dolor que casi, no te deja respirar.

Cuando llegamos se repitió la misma escena, la policía, las discusiones, y por fin el permiso para pasar, era mediodía y ya me sentía emocionalmente, por los suelos, solo había dormido dos horas, pero tenía que tirar para delante.

Aparque en una zona reservada y Sonia me dijo que necesitaban que les acompañase, pues tenía que llevar las mochilas de ambos periodistas, ya que ellos cargaban cada uno con su cámara y Sonia con otra. Cuando al entramos al pabellón habilitado, como capilla ardiente, el shock fue brutal, filas de ataúdes, llenaban todo el recinto, por todas partes había personas atendidas por personal sanitario, supongo que la mayoría serian psicólogos. El silencio era sobrecogedor, apenas se oía llorar a nadie, hasta que aparecía alguien que acababa de recibir la noticia, de la identificación de su ser querido.

Sonia y sus compañeros se movían por allí como pez en el agua, grabando, preguntando, mientras yo permanecía, cual convidado de piedra, sin saber ni donde mirar. De pronto me vino a la mente el pensamiento de que en una de esos féretros estaba mi padre, y me entro una congoja terrible, entre eso y el ambiente, que te partía el alma, no pude impedir que me saltaran las lagrimas,

Al poco rato de estar allí, se armo un gran revuelo, llegaba algún pez gordo, la policía nos despejo de inmediato, solo se podían quedar los familiares. Por el despliegue intuí que debía ser de altos vuelos, el personaje, pero niegue a ver quién era.

Cuando se cansaron de grabar lo humano y lo divino, volvimos para Atocha, a toda prisa porque tenían que enviar la información. Huelga repetir, que llegar allí, seguía siendo un caos. Menos mal que ya había llegado la dichosa acreditación para el vehículo.

Desde ese punto se realizaban conexiones en directo. Y no fueron pocos los que se me acercaron al verme por allí deambulando, a preguntarme si era familiar de alguna víctima. Yo muy amable les contestaba que no, que era taxista y estaba con unos periodistas.

Poco a poco la entrada de la estación se fue llenando de velas, flores, y mensajes estremecedores, recordando a seres queridos. El ir y venir de personas era constante, unos parecían más afectados, otro, simplemente estupefactos.

Mediada la tarde partimos para Santa Eugenia, y de allí al Pozo. Repitiéndose, las mismas escenas que ya vi por la mañana, por lo que creo que algo menos me impacto. Los deje en el hotel cerca de las 12 de la noche. Y exhausta me fui para casa. Al día siguiente los tenía que recoger a las 9.Caundo llegue a casa, mis hijos estaban dormidos, les di un beso, y me acosté. Me costó dormirme a pesar del cansancio.

Al día siguiente a las nueve menos cuarto estaba en la puerta del hotel, como no estaban entré y me tome un café. Enseguida apareció Sonia. Cuando los otros dos bajaron, tomaron un café y los cuatro nos fuimos para el coche. Fuimos primero al recinto ferial, pero esta vez me pude quedar en el taxi.

Al cabo de dos horas aparecieron, nos íbamos para el cementerio de La Almudena. Sonia .me indico que me dirigiese hacia un grupo de personas que estaban en torno a un ataúd. Los tres se bajaron y cámara en ristre, se acercaron. Error. El fallecido, era un abuelo de 97 años que había muerto en su cama tranquilamente.

Decidieron que esperásemos un rato, y pronto aparecieron los primeros coches funebres, en una fila siniestra y ordenada, llegaron once, acompañados de sus correspondientes familiares.Una vez dentro del cementerio se dispersaron, seguimos a uno de ellos. La familia se negó a que tomaran ninguna imagen.

La llegada de más coches fúnebres continuo y al final consiguieron las imágenes que necesitaban. Del último coche que llego antes de marcharnos sacaron un ataúd blanco, como la mitad de tamaño de uno normal, cargaron de nuevo las cámaras y corrieron hacia ellos. El padre destrozado, accedió a contestar a Sonia, su mujer también estaba entre los desaparecidos, fue lo único que consiguió decir, en seguida unos familiares, impidieron a Sonia que siguiera preguntándole.

De allí nos fuimos para el Hospital Gregorio Marañón, en media hora habia una rueda de prensa,, en la misma puerta, hay parada de taxis, con lo que no tuve problema y aparque allí. Sonia y uno de los periodistas se bajaron, el otro se quedo en el coche, Sonia apareció con una hoja y se la dio al que estaba conmigo, este, hizo una llamada y después de decir algo que no entendí, comenzó a decir nombres.

Mientras justo al lado de mi coche un periodista esperaba, para entrar en directo, estaba colocado, con la cámara enfrente, mientras repasaba lo que tenía que decir, me sonaba que era colaborador de la Campos. Por la puerta del hospital vi salir dos chicas, me sonaban mucho sus caras, iban agarradas de la mano y las llorando. En seguida recordé, eran las de la calle Tellez...El periodista que estaba esperando la conexión, les hizo un gesto con la mano y ellas se acercaron, en ese momento se cruzaron nuestras miradas, pero no se si me reconocieron. A un gesto de una chica el periodista comenzó ha hablar, efectivamente, era para el programa de la campos, no veía el monitor, pero la oía...Las chicas mostraban una foto, de un chico, y daban los datos, yo no las oia a ellas, pero si a la Campos, y cuando dijo el nombre del chico me quede muerta, era uno de los que acaba de decir el que estaba en el coche.

Las chicas eran la mujer y la hermana de un desparecido, y la lista que le había dado Sonia al que estaba en el coche, eran los nombres de nuevos cadáveres identificados. Menos mal que no se volvieron a cruzar nuestras miradas, pero sentí una pena inmensa por ellas, no trascurriría mucho tiempo antes de que supiesen el fatal desenlace, de su búsqueda... Llamé a mi hijo al mayor, necesitaba oír su voz. Le dije que no sabía a qué hora llegaría. Y le dije que le quería, y que le dijese su hermano, que a él también.

Estuvimos ahí hasta cerca de las 8 de la tarde, de ahí, nos fuimos para Atocha, las velas y flores invadían toda la acera, la gente no dejaba de acercarse a colocar la suya, algunos se santiguaban., se quedaban un rato delante del improvisado altar, y continuaban su camino.

Poco rato después Sonia me dijo que podía marcharme, no hacía falta que les llevará al hotel.

viernes, 24 de abril de 2009

LA ROMERIA


Es curioso, las extrañas relaciones, que se establecen a veces, entre algunas personas. De pronto por esos caprichos del destino, sin saber como surge la amistad. No es fácil. Conocidos todos tenemos muchos, pero amigos?. En mi caso por lo menos, se pueden contar con los dedos de las manos.

Supongo que conocí a Emilia el día de la boda de mi hermana. Es su suegra. No recuerdo que cruzásemos ese día, más que los típicos saludos propios de una boda. Aquí mi hermana, aquí suegra. Encantada, muaks, muaks.
Quizás por eso me sorprendió que mi hermana siempre me comentase que cuando hablaba con su suegra, siempre le preguntaba por mi. Que le había caído muy bien …. que era muy simpática …

A pasado mucho tiempo, y no soy capaz de recordar con exactitud ….pero supongo que fue con el nacimiento de mi querida sobrina, Andrea, que nos volvimos a ver.
A parir de ese momento nos vimos con una cierta asiduidad, cumpleaños … y poco más.
Unas Navidades Emilia le sugirió a mi hermana la posibilidad de pasar la noche vieja juntos. Yo acepte encantada. Lo cierto es que a pesar de las pocas veces que nos habíamos visto a mi ella también me caía de p.m.

Se había construido una casa preciosa en su pueblo, había sitio para todos. Hable con mi cuñado. Éramos cuatro, dos perras ….- Mi madre esta encantada de que vayáis!
Emilia en una mujer cercana, tolerante, con una paciencia infinita. Limpia, trabajadora, siempre con una palabra amable. De esas personas que hacen lo imposible, para que te sientas en tu casa ….

Insistió hasta la saciedad, para que nos fuésemos por ahí, de marcha, mientras ella se hacia cargo de los tres niños. Los dos míos y mi sobrina. Más mis dos perras, y Napo, el otro hijito de mi querida Peluda.
Como es de suponer, volvimos a las tantas, se puede decir que era de día. Ella tiene otro hijo que vive en el pueblo, y en todas las discotecas nos invitaban … es un pueblo pequeño, donde se conoce todo el mundo.

Cuando volvimos a casa, ya tenia dispuestos los desayunos de los niños, la casa recogida..los comederos de los perros con su pienso … sus cacharros llenos de agua fresca. .. Y nosotros con una resaca, de padre y muy señor mío
Yo, dentro de lo que cabía era consciente, que mis hijos no eran nada suyo, ni tenia porque ocuparse de mis perras.. Pero Emilia es así. Nos mando a la cama, y se hizo cargo de todo! Niños, perros, comida.

Yo no estaba acostumbrada a que nadie me liberase ni por un solo segundo de mis responsabilidades como madre …. Tenia entonces veintisiete años, dos hijos, al mayor lo tuve con veinte, y venia de una dictadura matriarcal, donde las chicas teníamos que estar a las diez en casa.
Quizás por eso, o a pesar de eso, aquella Noche Vieja fue tan especial, para mi. Y Emilia paso a formar parte de mi existencia, como una más. No es perfecta, quien lo somos???- Pero para mi, se convirtió en una especie de madre-suegra-amiga-hermana-cómplice- una persona muy especial.

Para mi, que una mujer de su edad, entendiese que con veintiséis años alguna vez necesitas liberarte de tus responsabilidades …. que no solo no nos reprochase en ningún momento la noche que habíamos pasado de farra, sino que encima, nos hizo calditos, aspirinas …. mimitos y contemplaciones de todo tipo ….

En uno de esos cumpleaños, creo que fue de mi sobrino, nacido años más tarde, David, se llama la joyita.. Emilia, me comento que pertenecía a una cofradía de romeros, devotos de la Virgen del Rocio, Un par de veces por semana bailaban sevillanas, tenían un taller de costura, donde aprendían a confeccionarse trajes de faralaes., un coro rociero … Una paellada a mediados de marzo. Y su viaje soñado. La romería al Rocio Chico!
Este año, tienes que venir conmigo!- Me dijo Emilia.

Sus deseos eran ordenes para mi. Y mis deseos de romper con la rutina, trabajo, casa, hijos, trabajo … Llevaba más de seis años separada, y en ese tiempo jamás me había permitido un respiro!

Se puede decir que trabajaba de noche y de día, no solo había que comer. Cuando pides un préstamo, literalmente te casas con el banco. Hay un “chaval”.al que me encantaría conocer, que se puede decir, prácticamente me llamaba todos los días. No solo era la hipoteca del piso. Estaba el préstamo que les pedí para poder comprar la licencia del taxi … el coche …mi skodita, El más barato que encontré, en ese momento.
Pero es mi coche, aún lo tengo. El me lleva
y me trae. Nunca pone pegas, no me lleva la contraria, no me pone los cuernos. Es mi amigo más fiel!
Me hice todas las componendas humanas y divinas. Pero sobre todo económicas. Y le dije a Emilia, que me iría con ella a la Romería.
Me apetecía un montón, necesitaba recargar la “pilas”, y Emilia, para mi, era más que una segunda madre!

Que cierto es ese refrán que dice- A donde vas??? Y tu le respondes todo contento.._ a la feria!
Y a la vuelta te preguntan …-De donde vienes? … Y echo polvo, contestas …-De la feria!
La Romería salía de Alcorcón a las doce de la noche de un Sábado.
Salí temprano a trabajar, sobre las nueve de la mañana, con la idea de estar apatrullando la ciudad, hasta las diez de la noche.
Se puede decir que el último pasajero de ese día, casi me dejó encarrilada. Apague el taxímetro, y me dispuse a vivir un día diferente.

Cuando llegue a casa de Emilia, ya tenia todo dispuesto. Varias bolsas de deporte invadían la entrada. Me duche, pique algo, y nos dispusimos a pasarlo bien.
A las doce menos cuarto llegábamos al lugar donde esperaban el resto de sus amigos. Me los presento a todos. La alegría y el buen rollo reinaban por “doquier“ ……
El único problema que yo tenia, era tirarme nueve horas metida en un autocar, sin poder fumarme un cigarro.

Pero yo soy una chica lista y lo tenia todo planeado. En casa de Emilia me tome una pastilla para dormir.( Una Dormidina azul). Mentalmente eche cuentas, mientras nos acomodábamos, unas cosas y otras me aria efecto la pastilla.
Cuando el conductor acomodo los achiperres” de todos los pasajeros, iniciamos la andadura.
La mayoría habían dormido sus buenas siestas, menos yo. En seguida empezaron los cánticos, los minis de cubatas que corrían de mano en mano. Mientras que yo solo pensaba en las horas me faltaban hasta que pudiese fumarme un cigarro.

Llevábamos más de una hora de camino, y lejos de adormecerme, cada vez estaba más histérica!
Total que decidí tomarme otra pastilla, y al rato otra ….
A las nueve de la mañana el autocar se detenía en una enorme explanada! Había cientos de autocares, tal vez miles y muchísima gente!.
Mis compañeros de viaje, enseguida abandonaron sus asientos, y Emilia, me miraba impaciente!
Yo no podía con mi alma. Soy fuerte, marchosa, enrollada, pero cuando el cuerpo dice que no da más de si ….
Le pedí al conductor si me podía quedar a dormir un ratito, pues estaba echa polvo. - No hay ningún problema, y para más “inrr” sacó del maletero una almohada una mantita
Supongo que entre el silencio, las trece horas de trabajo, las nueve horas de viaje y las tres pastillas, me quedé dormida enseguida!

No tengo conciencia real de lo que paso durante ese tiempo. Solo recuerdo vagamente que alguien en algun momento me zarandeaba.
De pronto me desperté, me dolía todo el cuerpo, y lo primero que me sorprendió es que era de noche.

Oí voces alrededor del autocar y me incorpore como pude …. A mi alrededor todo eran risas. Estaban metiendo sus pertenencias en el maletero, y en ese momento fui consciente de que me había pasado el día durmiendo.
La pobre Emilia cuando subió al autocar encima se disculpaba conmigo. -He intentado despertarte, pero no había forma …
 
Al poco emprendimos camino de vuelta. Todos ellos estaban agotados, de cantar y bailar, y yo más fresca que una lechuga. Tras varios intentos frustrados de entablar conversación con Emilia, (se dormía), me dio por ponerme a cantar.
Empecé por la Zarzamora, mi tema favorito es según que ocasiones, ni caso, nadie me seguía … seguí con las típicas canciones escolares … Para ser conductor de primeraaaaaaaaa-- aceleraaa, aceleraa….
Pero no había manera. Ellos estaban agotados y yo con ganas de marchita. Silbaban, me decían que me callara … pero que va!…
Al cabo de un rato llegamos un acuerdo, ellos me dejaban fumar, y yo no cantaba más y les dejaba dormir.
Nadie protesto, todos estuvieron de acuerdo …


Lo mejor fue al día siguiente, cuando me llamo mi hermana, y me pregunto, que tal me lo había pasado con su suegra en la Romería!!
 
 
 
 
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jueves, 23 de abril de 2009

EL DIA DESPUES







Los primeros días tras el fallecimiento de un ser querido, los vives como si fuera una pesadilla de la que en cualquier momento te vas a despertar.

Elvira paso la primera semana tras la muerte de su esposo, en un estado de ensoñación, ayudada eso sí, por somníferos y tranquilizantes, del que no se sentía con fuerzas para salir.. Los primeros días como es lógico nadie se atrevía a plantearle la papeleta que se le avecinaba.

No podía ni siquiera asomarse a la terraza, pues inevitablemente sus ojos buscaban el taxi. Tenia grabado a fuego en su memoria, ese momento por la mañana cuando salía al balcón a despedir a su marido y tirarle un beso, haciéndole un gesto con el pulgar hacia arriba, deseándole buena suerte.

Nunca se había tenido que preocupar de otra cosa que no fuesen las labores propias de intendencia. Su casa, sus tres hijos y su marido. El le entregaba diariamente una parte de la recaudación, que habían estipulado. Ella como buena administradora del hogar, se “apañaba” perfectamente. Con el resto de lo recaudado su marido se encargaba de que no faltase en el banco el dinero para la hipoteca, así como luz, agua, comunidad etc. Lo de las propinas, lo reservaba, una parte para poder pasar unas pequeñas vacaciones en verano, 10 0 15 días, dependiendo del presupuesto, y el resto para invitarles a comer o a cenar el día libre.
Era un hombre muy responsable, no tenia “vicios”, y se deslomaba a trabajar para que a su familia no le faltase de nada. Elvira era feliz, no pedía nada más, solo ver crecer a sus hijos, y disfrutar al máximo del poco tiempo que tenia a su marido para ella. Y que siendo taxista, no es mucho.

Justo una semana después del entierro, su cuñado llego temprano a su casa. Le dijo muy solemne que tenían que hablar.
Los pocos ahorros que tenían, apenas les alcanzarían para pasar un mes…….Y un taxis parado es una ruina!. Tienes que seguir pagando, trabajes o no. Su cuñado le dijo que, qué pensaba hacer, que sabia que era muy duro, plantearle así de sopetón las cosas, pero que no quedaba más remedio que tomar decisiones.

Elvira no podía pensar, su cabeza era un hervidero de sentimientos, de miedos, de impotencia, de rabia, de soledad, , de preguntarse una y otra vez, porque la vida se había llevado de esa forma tan injusta a ese hombre maravilloso de apenas 35 años recién cumplidos, que era el pilar de su vida.

No podía quitarse de la cabeza, esa imagen, el cuerpo rígido, con su mano aferrada a la medalla, ese cuerpo sin vida, que no hacia muchas horas estaba tumbado junto al suyo dándole su calidez, su seguridad. Tan pronto maldecía, como caía hundida. Pero había que tomar decisiones. Estaban esas tres criaturas, la mayor de 5 años.

Elvira siempre me decía que si no hubiese sido por sus hijos, con gusto se hubiese dejado, hasta morir. Pero ver sus caritas, le partía el alma. Ellos apenas fueron conscientes de nada. Estaban acostumbrados a ver poco a su padre. Y con un -papa se ha ido al cielo con el abuelito, el mayor se conformo. Los otros dos, eran demasiado pequeños, ni siquiera para preguntar por su padre.
Su cuñado tomo la decisión de buscar un conductor, y ver si así podía tirar para delante. Pasaron 6 meses y la cosa iba de mal en peor. El dinero no le llegaba, pues casi la mitad, era para el conductor, y apenas si le quedo una exigua pensión de autónomo, que no le alcanzaba, ni para la mitad de la hipoteca.

Justo el mismo día que hacia 6 meses del fallecimiento de su marido, Elvira tomo una decisión. Sacarse el carné de conducir, y meterse a taxista.
Su propia familia le pusieron mil pegas, que si era un trabajo muy duro, que si ella no sabia nada de este mundo. Que si echarse a la calle en una ciudad como Madrid, con el carné recién sacado, era una locura, que si, que si….

Pero ella ya había tomado la decisión, Los ocho meses siguientes pudo resistir económicamente gracias a la ayuda de su familia.

Por fin llego el día, tan deseado como temido, le propuso al conductor, hacer ella el turno de día y él , el de noche, pero no le intereso y se despidió.
Siempre contaba que enfrentarse al taxi, fue para ella, como salir a una plaza a torear un toro de Miura. Su madre que vivía enfrente se hizo cargo de los niños, y ella se tiro a la calle, literalmente, a tumba abierta.

Una mujer en un taxi, y con la L, de novato. Sin experiencia de conducir, sin conocer ni una calle, y con el miedo metido en el cuerpo. Pero con la rabia y el coraje, de saber que tenia que sacar su casa adelante. Trabajó, de día, de noche, fines de semana, fiestas de guardar, no se permitió ni un día de vacaciones.

Sufrió, una madrugada el atraco de unos indeseables, que incluso después de darles el dinero, la siguieron golpeando, para que les diera más…..Prácticamente la destrozaron la cara.

Pero ella no dió ni un paso atrás, y consiguió sacar su casa adelante, y dar estudios a sus hijos. Pagar su piso, incluso se permitió el “lujo” de celebrar sus comuniones, y todo ello sin una queja.
Siempre con una palabra amable. Con una sonrisa en los labios. Asumiendo que el destino lo quiso así.

No sabes Elvira cuanto siento, aquellos primeros dias, cuando te conocí, los momentos que pasé de ti, porque pensaba que eras una mujer sin sustancia. Que estúpida puedo llegar a ser a veces. Menos mal que tu insiste, y me diste la oportunidad de conocerte.

No sé si algún día el destino te traerá hasta aquí, ojala, pues me encantaría que supieras que te admiro profundamente. Que aquí tienes mi casa y mi cariño para siempre. Que lo mismo un día de estos le echo valor, y te llamo y te digo el link de esta pagina para que entres y sepas lo que pienso de ti.

Que le doy gracias a la vida, por haberte conocido.


TU SI QUE ERES GRANDE AMIGA

miércoles, 22 de abril de 2009

EL HUEVO DE LA DISCORDIA


Afortunadamente los tiempos han cambiado, pero las que seáis, más o menos de mi generación, sabréis que hasta no hace mucho tiempo, la educación que se impartía en las familias era absolutamente discriminatoria.

Nacer con “pinganillo” incorporado, suponía tener patente de corso, para vivir rodeado de privilegios. Ese colgagillo situado entre las piernas masculinas, suponia que madre, hermanas, abuelas, si las había, pasaban automáticamente a convertirse en esclavas, todas al servicio del nene de la casa.

En mi caso al ser la mayor de las hermanas, me toco hacer el papel, de “tunaladora”. yo era la rebelde, la protestona, la que se subía por las paredes porque mi hermano podía llegar a casa a la hora que le pareciera. El no tenia que limpiar, se podía levantar cuando le pareciera, y por supuesto no tenía ni que hacerse la cama, pues para eso estábamos las mujercitas de la casa.
Una noche llego mi hermano y como de costumbre me tuve que poner ha hacerle la cena, pues encima al “señorito”, no le gustaba que le dejasen de lo que habíamos cenado el resto, no, no había que hacérsela cuando llegaba., y encima sin rechistar!

Con una mala leche que me salía por las orejas, me levante del sofá, y me fui para la cocina. Mi padre que era un santo, se vino conmigo, para calmarme un poco. A voces dije que como mucho le hacia un huevo frito y punto.

Puse la sarten en el fuego, el aceite, y cunado estuvo caliente, eche el huevo. Hasta ahí, todo normal. Yo seguía con el relato, que si no había derecho, que porque tenía que hacerle yo la cena….mientras mi padre, me decia que no me enfadase.

Mientras hablábamos, yo con la rasera, iba echando aceite al huevo, para que se hiciese por arriba….Con que leche, no le estaría dando a la rasera, que cuando volví la vista a la sartén el huevo ya no estaba.
Me quede estupefacta, mi padre se meaba por las patas, -pero chica, me decía, donde esta el huevo??????

Buscamos el huevo, por todos los sitios habidos y por haber, pero no apareció. Así que no me quedo otra, que freir otro, eso si, esta vez sin apartar la vista de la sartén.. Mientras tanto mi padre y yo nos partiamos de risa, elucubrando, que habría sido del huevo.

Meses más tarde, un Sábado, de esos en los que a mi madre le daba por hacer zafarrancho de limpieza, a mi hermana y a mi nos toco limpiar la cocina. Nos dijo que sacásemos la cocina de guisar, para limpiar bien por detrás. Cual no fue la sorpresa, cuando de pronto dice mi hermana, coño, apareció el huevo.

El muy cabrito, inexplicablemente, estaba pegado en el lateral de la cocina. Nunca pudimos entender como se pudo colar por el pequeño espacio que separaba la cocina del mueble aledaño, pues apenas había espacio para un folio, pero el caso es que allí estaba, más tieso que un garrote, y testigo silencioso de las injusticias que sufríamos las chicas, solo por el echo de serlo.

martes, 21 de abril de 2009

EL DIA QUE CONOCI A PABLETE


Conocí a Pablo, el taxista más cachondo de todo Madrid, en una cena que organizó una amiga común, por supuesto también del gremio.

Me había comprado la licencia hacia apenas 6 meses, en Julio, y esta cena fue las siguientes Navidades. Anteriormente había trabajado ya 5 años como conductora. Gracias al que fue mi jefe, que se porto conmigo como un verdadero amigo y más, pude comprarme la licencia. Cuando me independice ya no tenía la “presión” de tener que dar cuentas a un jefe (que nunca lo fue conmigo), era mi amor propio lo que me hacia esforzarme al máximo, pues era la única forma de devolverle lo que tanto me había ayudado.

En el taxi, la forma de ganar más dinero, es circulando. Si te quedas en las paradas, si te sale una carrera “mala”, ese día ya es difícil que levantes cabeza. Y eso en mis cinco años de asalariada no me lo permití jamás.

Por eso no fue hasta que me independice, que empecé a conocer a compañeros en las paradas. Como los humanos somos animales de costumbres, sin ninguna explicación unas paradas, gustan más a unos y a otros al contrario. Y no depende de que se tarde más o menos en “cargar”, son manías. En una ciudad como Madrid, nunca sabes cómo se te va a dar el día, depende sobre todo de tu suerte.

Cuando empiezas en este oficio, siendo mujer, hay algo común que todas sentimos, es el complejo de ser mujer en un mundo de hombres. El quedarte en una parada, supone que todos los que estén, empiecen a pasear por delante de tu taxi, y sin cortarse un pelo te hagan la radiografía. Se contonean, se dan codacitos, se miran un al otro, con ojitos, hacen alguna “gracia” y te miran haber si han captado tu atención. En fin, que te sientes el mono de feria.

Pero conducir durante tantas horas llega un momento, que te pasa factura, el cansancio se acumula, y llega un día que no puedes más, sacas pecho y dices aquí me paro, si me miran que me miren.

Había ido muchísimas veces a la Estación Sur de autobuses, a “descargar”, pero nunca me había atrevido a quedarme. En la parada caben como 150 taxis, si en una parada normal el “acoso” tenia tela, allí era brutal. Como la espera era larga la inmensa mayoría paseaba y al llegar a la altura de tu coche, lo normal es que uno diese un empujoncito en broma al otro, para que este, se apoyase en tu taxi. Y luego venia el coro de risitas de los que estaban pendientes, haber si salías del coche a decirles algo, y así poder hacerte la radiografía de cuerpo entero.

La taxista siempre se quedaba en su coche, para pasar lo más desapercibida posible. Yo siempre llevaba mis crucigramas, o mi cuadernillo de apuntar “cosas“, es en eso pasaba el rato.
La primera vez que me atreví a quedarme en la Sur, sabía que en cuanto pasasen unos días, pasarían de mi, con lo cual, me apechugue a aguantar sin rechistar. Cuando le toco tirar a mi fila, del coche de delante te bajo una chica, y me quede sorprendida. Se acerco a mi coche y me dijo -hola, uff, menos mal...que te he visto por el retrovisor, porque tengo un apuro…-

Me dijo que se había visto una pequeña mancha “femenina” en el pantalón al ir al servicio, y no sabía si al inclinarse al coger las maletas para meterlas al maletero se le vería. Se fue un poco delante se agacho y le hice un gesto con la mano, que tranquila, no se veía nada. Nos sonreímos, y se metió en su coche.

La siguiente vez que me llevaron, me quedé sin pensármelo, y nada más pararme la vi. Estaba charlando animadamente con dos compañeros, y me acerque a saludarla. Entre mujeres en el taxi eso es un código de honor, acoger a la “nueva” en una parada. Me presento a sus amigos y pasamos la hora de espera conversando animadamente.

A partir de ese día la Sur se convirtió en “mi” parada oficial. Una tarde, mediado el mes de Agosto, nos encontrábamos un grupo de diez ó doce, de charleta, cobijados a la sombra de los pocos árboles que allí había yo estaba la penúltima de una fila, y entre chistes y anécdotas, no me di cuenta que tiraba mi fila. Este despiste no suele estar muy bien visto, a menos que quien esté detrás de ti sea amiguete, lo normal es que te pegue cuatro voces.
Si el propietario del taxi rezagado no aparece de inmediato, el cachondeo está servido, pasaleeee, pasaleeee, jiji jaja, es un cortazo que te pasen, porque luego tienes que andar mendigando haber quien te deja ponerte delante a cargar. Cuando empezó el cachondeo, me uní al coro de voces, pasaleeee, pasaleeee, jiji, jaja.

De pronto aparece un señor muy contrariado, hablamos de unos 100 metros, agitando los brazos, era el que estaba detrás del taxi regazado. Con mirar en el salpicadero ves la tarjeta y como tiene foto es fácil reconocer al “infractor”. Al verle aparecer con tal cabreo me eche a reír a carcajadas, y seguimos con la guasa, daba voces, pero entre la distancia, y el choteo no se le entendía lo que decía. Según se va acercando le entiendo que dice -tuuuuu…la de la gorrita.que pasa???...Que no enteras de nada???-

Me calle en seco, eche a correr, y como no quería que el buen señor pensara que estaba acojonada, al llegar a su altura le dije -venga tiernito galban no te acalores que a tu edad no son buenos estos sofocones, que se me ha ido el santo al cielo, venga perdona-

Lo de Tiernito me salió del alma, porque era igualito a Tierno Galbán. Lo que no tenía yo ni idea, es que el buen señor de habitual cascarrabias, cuando se enfadaba, siempre había algún graciosillo que se lo recordaba. Ese día me gane mi peor enemigo, sin saberlo claro, porque nadie me oyó le que le dije salvo él. Y por tanto nadie me advirtió de una inquina contra mí.

A primeros de Diciembre mi amiga Carmen (la taxista de la sur), organizo una cena, se podía apuntar quien quisiera. Pablo y ella se llevaban muy bien, y a su vez conmigo también. Como Pablo sabia lo bien que nos llevábamos nunca le comento a Carmen, lo mal que le caía yo.

Total que cuando le comento lo de la cena, el se negó en rotundo a asistir si iba yo. Después de muchísimo insistirle accedió, bajo la firme promesa de que organizaría las cosas, para que ambos estuviésemos de un extremo a otro, yo no tenía ni idea de quien iba, ni de la inquina de Pablo.

Total que me puse monísima de la muerte y me presente en el restaurante. Nos sentamos y justo se quedo el hueco de mi izquierda libre, al preguntar el camarero si empezaba a servir, Carmen le comento que faltaba un compañero, que esperase un poquito. No pasaron ni cinco minutos cuando apareció Pablo, estaba guapísimo, con su corbatita y todo, más Tierno Galbán que nunca.
A mí me hacía gracia y me alegré cuando le vi. Y como una es bocazas de nacimiento, salto -COÑO!MI TIERNIN-. La cara que se le quedo a Carmén fue de nota, y a él, pa mear y no echar gota, miraba la mesa y la miraba a ella, me miraba a mí, y yo -jiji jaja que suerte, que voy a cenar al lado de mi Tiernin- Se coloco el nudo de la corbata, y muy tieso se acerco, se sentó, y ni me miro...Yo pensé que se sentía cortado por las voces que me había dado el día de marras. Y puse todo mi empeño en limar “asperezas”. -Que si ¿Tiernin te echo vino?, ¿Tiernin te pelo los langostinos?...- Entre el vino, que algo ayudó, y la complicidad de los demás, poco a poco fue relajando el mohín. Cuando terminó la cena ya no quedaba ni rastro de la inquina que Pablo me tenia.

De esa noche nació un cariño que duro hasta el día de su muerte, y que aún sigo conservando con su encantadora mujer.

VA POR TI PABLETE


El día anterior habíamos asistido al entierro del taxista más cachondo que he conocido en el gremio, al que quise muchísimo y jamás olvidare.

VA POR TI PABLETE

En el entierro nos juntamos muchísimos compañero/as, era muy querido y muy conocido. A pesar de la enorme pena que todos teníamos, era imposible que no salieran a relucir las graciosas anécdotas que siempre nos contaba.

Otro día os contaré, como le conocí, porque también fue de traca.

Nos contaba una tarde en la parada de taxis de la Estación Sur de autobuses, que cuando inauguraron el paso elevado que cruzaba la Glorieta de Cuatrocaminos, les preguntaba a los clientes si querían ir por arriba o por abajo. Ir por arriba era lo normal, sin semáforos, del tirón. Ir por abajo, chuparte cuatro semáforos, y el cristo que se formaba, sobre todo a las horas punta.
Lógicamente esa pregunta solo se la hacía a los que en el gremio llamamos “con pinta de pardillos” (que muchas veces te colabas….)

El “pardillo“, solía preguntar qué diferencia había entre ir por arriba o por abajo, y el respondía que subir por el puente costaba una peseta, de suplemento, que era un impuesto del ayuntamiento, para sufragar la obra.
(Me estoy partiendo solo de recordarle, imaginaros a Pablete, 64 años, muy enfermo, pero con un sentido del humor que nos tenía a todos con la boca abierta, cara de cándido. Su cara era un remix, entre Alfredo Landa y Tierno Galban)

El “pardillo” por supuesto prefería pagar la peseta, antes que chuparse el atasco. Otra de las suyas era cobrar suplemento por el paraguas (os prometo que todo esto es cierto). Un día que llovía a mares, cuando llego al punto de destino, la pasajera le dio un billete de cien, y este le cobro la carrera más la peseta del paraguas. La señora que no se debía fiar mucho de los taxistas, contó las vueltas, y le dijo que le había cobrado una peseta de más. A lo que Pablo le contesto, que era el suplemento por el paraguas. La señora se extraña y le dice -Oiga si yo no llevo paraguas- y Pablete que ya no sabía por dónde salir, le contesta -pues sino lleva paraguas es su problema, los días de lluvia todo el mundo lleva paraguas- como la señora ya estaba fuera del taxi y todo esto era por la ventanilla, arrancó y se aligeró.

Y vamos con la Rita que si sigo os endiño otro ladrillazo.

El día siguiente del entierro era Sábado, tres y pico de la mañana. Iba por la Castellana en dirección a Torre Europa, un sitio muy concurrido de gente joven. Andaba yo distraída, recordando las historias de Pablete, cuando en un semáforo en Colón se me “coló“una chica. Digo se me coló, porque yo siempre iba muy pendiente y cuando veía que alguien no mantenía bien la vertical pasaba de largo, o echaba el seguro si estaba en un semáforo y veía llegar la pieza.
Pero esta, cuando me quise dar cuenta ya la tenía dentro. Llevaba una tajada de tres pares de cojones, y por experiencia sabia que intentar quitármela de encima seria perder tiempo y dinero, así que opte por tirar para adelante y que fuese lo que Dios quisiera. Después de repetírmelo tres veces, conseguí entenderla que iba a Josefa Valcárcel.

Acababan de inaugurar un enorme túnel que cogiéndolo en la calle Velázquez, te saca prácticamente en Arturo Soria, muy cerca de la calle donde iba la susodicha. Yo tenía la costumbre de preguntar siempre a los clientes por donde querían ir, simplemente por evitarme discusiones posteriores. Dude si preguntarle o no, porque con la melopeya que llevaba…..Pero resulta que si van borrachos es más fácil que te monten el pollo….Así que le pregunté, y a su vez me pregunta que opciones había y le conteste que podíamos ir por el túnel recientemente estrenado.

No se le ocurre otra cosa, que preguntarme -qué diferencia había, entre ir por el túnel, o por el recorrido de siempre- y en recuerdo de mi Pablete le contesto -si vamos por el túnel son tres euros de suplemento- y me dice -pues si hay menos recorrido prefiero por el túnel- Todo esto arrastrando las silabas……y balbuceando. Con una pinta de pija, que me daba grima (era mi primera “travesura”)

Cuando llegamos al destino marcaba 8.70, me da un billete de 20, y le doy las vueltas de 11,70. Mira las vueltas y me dice todo lo borde que podía en su estado -oiga me está usted cobrando de más- me vuelvo y le digo -es el suplemento del túnel, usted me dijo que fuésemos por allí, y yo ya le advertí, que se cobra suplemento-.

Me dice -oiga yo no sé nada de ese suplemento, pero por no discutir se lo pago. Eso sí, me va hacer usted un recibo y me pone muy clarito su nombre y su apellido...-

(Esto no lo debería contar, pero bueno)
Aunque es obligatorio que los recibos sean troquelados, “existen” sin troquelar, y para ciertas “ocasiones” se utilizan. Así que cogí el talonario de los recibos para “ocasiones” se lo rellene con el importe, una licencia superior al número de las existentes (por supuesto para no endiñarle a otro el marrón), la matrícula del coche que tenia al lado de donde estábamos paradas, un garabato y se lo di.

Me dice -le he dicho que me ponga su nombre y su apellido- Cojo otra vez el recibo y le pongo:
RITA LA CANTAORA

Le doy el recibo de nuevo, y me dice, que sepa usted Rita que tengo contactos con el Ayuntamiento (todo esto seguir imaginándoos el tono de la señorita en cuestión que no se tenía de pie), y mañana (era domingo) a primera hora estoy allí a ponerle una denuncia.

Te quiero pablete

lunes, 20 de abril de 2009

RECTIFICAR ES DE SABIOS


No puedo precisar el día que conocí a ELVIRA. Recuerdo vagamente, que ya la conocía del “corral”,el aparcamiento de la terminal 2, donde aparcabamos, antes de inaugurarse la nueva terminal 4.

Supongo, porque no lo recuerdo, que alguien me la presentaría, Y que hasta pasado bastante tiempo, no era de las personas con quienes me apeteciese especialmente encontrarme.

A ELVIRA, le encantaba pasear, en el tiempo que esperábamos el turno para cargar, y a mi estar en mi coche leyendo, haciendo crucigramas o charlando con los amigos. Con lo cual difícil parecía, que entre ambas pudiera surgir nunca algo parecido a la amistad. Si a eso le añadimos, que soy muy bisceral, y de primeras impresiones, y como no se puede decir que me cayera especialmente bien cuando la conocí, cambiar mi opinión sobre ella, me costo un huevo y parte del otro.
La impresión que yo tenia de Elvira, era de ser una mujer apocada, sin agallas, sin opinión, sin iniciativa, sin conversación, más simple que el mecanismo de un chupete y más aburrida que un mitin de Fidel Castro. Pero poco a poco, sin saber ni como ni porque , la fui conociendo más, y descubrí a una mujer que nada tenia que ver con lo que yo pensaba.

Ella siempre contaba, que enfrentarse al taxi, fue para ella como un toro de Miura. Que lo había pasado fatal, y le había costado años adaptarse. Yo no lo entendia, pues en mi caso, pasados los primeros dias, me había adaptado casi sin ningún problema. Pero lo cierto es que Elvira tenia detrás una historia de coraje y valentía digna de admiración.

Elvira vivía felizmente casada con un taxista, tenían tres hijos, y su vida transcurria sin mayores complicaciones. Vivían con un cierto desahogo, su esposo era un buen marido, y buen padre. Que más podía pedir? Ella como buena mujer de su casa, procuraba en los dias de libranza de su marido, no tener obligaciones “caseras”, para así poder disfrutar al máximo del dia libre.

Jamás pensó el vuelco que daría su vida, tras una llamada de teléfono. Eran como las 11 de la noche, no estaba preocupada, pues un taxista nunca tiene hora de llegar a casa, todo depende de las circunstancias, de cómo se haya dado el trabajo ese día, de hacia donde te lleve el último cliente….
Estaba viendo la tele, con la cena de ambos ya preparada, esperando verle aparecer de un momento a otro. Ni siquiera cuando sonó el teléfono se asusto, pues pensó, que era él avisándola, de que llegaría algo más tarde de lo habitual.
Pero tras escuchar las primeras palabras del comunicante, se le heló la sangre y su mundo feliz se rompio en mil pedazos.
Era la guardia Civil. Su marido había tenido un accidente. A pesar que no le dijeron la gravedad exacta, ella ya supo que después de esa noche ya nada seria igual, y desgraciadamente estaba en lo cierto.
Cuando se personó en las dependencias policiales, y la primera persona que la recibió, fue un psicólogo, ya tuvo la certeza de que algo terrible había sucedido. Nadie estamos preparados para recibir la noticia de la muerte de un ser querido, pero si encima a esa terrible noticia se le añade, que el ser amado a dado su vida por salvar la de otras personas, supongo que el impacto debe ser terrorífico.
Su marido circulaba por la M-30, con una pareja de ancianos, que había recogido en la estación de Chamartín, era invierno, y de pronto se encontró con una placa de hielo, perdió el control del vehiculo, y cayeron al rio. Consiguió sacar a los pasajeros del interior del coche y los tres se mantenian a salvo encima del vehiculo, el agua les llegaba apenas por la cintura.
Pasados los primeros momentos, el taxista empezó a pensar aterrado que nadie los vería hasta que no se hiciese de día, y que era imposible, pasar allí los tres toda la noche, pues los ancianos estaban muy asustados. Pensó que era su responsabilidad conseguir ayuda como fuese. Tras mucho insistir consiguió tranquilizar a los pasajeros, y les hizo prometerle, que por nada del mundo se moverian de allí hasta que no llegase ayuda.

No sabia nadar, pero no estaban muy lejos de la orilla y pensó que si se tiraba con fuerza, conseguiría agarrarse a los juncos de la orilla. Los ancianos le perdieron de vista, pues estaba demasiado oscuro para distinguir nada. No podían precisar el tiempo que estuvieron allí, pero pasado un rato , no mucho, decían, habían escuchado sirenas, voces que se acercaban, y muchas luces a ambos lados del río. Enseguida una voz les dijo que permaneciesen tranquilos que enseguida les rescatarian. Y efectivamente así fue.

Rápidamente ambos fueron atendidos por los servicios sanitarios. Pasados los primeros momentos de desconcierto, les preguntaron que había ocurrido con el taxista, y ellos muy sorprendidos contaron como les había puesto a salvo encima del vehículo, y después se había tirado al agua en busca de ayuda. Que ellos le habían insistido, que no lo hiciese, al decirles éste que no sabia nadar. pero que él había insistido que estaban muy cerca de la orilla y podria alcanzar ésta sin dificultad, alegando ademas que era su responsabilidad, intentar salvar su vida, aún a riesgo de poner la suya pripia en peligro.

La policía no entendían nada, y pensaban que los ancianos debido al nerviosismo no se aclaraban. Pero estos insistían en contar una y otra los mismos echos, sin cambiar ni una coma.
La cuestión era, que si el taxista era quien había avisado a la policía, estaba claro, que había conseguido salir del río, y por lo tanto tenia que estar vivo. Pero donde estaba? Le buscaron por la M-30, pero no había rastro de él. Por fin se localizó la llamada, y allí se confirmo que no había sido el taxista, quien había llamado, sino un camionero que circulaba en sentido contrario y lo había presenciado todo.

Unas horas más tarde encontraron su cuerpo sin vida, unos metros más abajo de donde estaba el coche. Su mano derecha estaba aferrada a una medalla que colgaba de su cuello, y en la que por detrás solo ponía un nombre. ELVIRA
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