!Desde el cariño más profundo, te digo una vez más, JARI, que te admiro profundamente!
La siguiente entrada, es una trascripción, de un escrito que me ha remitido nuestra amiga jarita, para compartirla con todos nosotros.
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Me he pensado mucho el escribir o no esta entrada, y me gustaría que se leyera sin ver en lo escrito ni a una jarita victimista, ni a una jarita que se regodee en el sufrimiento. Últimamente he escuchado de muchos de vosotros palabras como " admiro tu fortaleza" y me ha dado que pensar, si lo que escriba sirve para que alguien recupere la fuerza y el coraje, me doy por bien pagada. Quiero empezar este escrito con lo que un día escribí cuando estaba todavía en tratamiento.
Nueve largos meses....... 27 de Enero de 2009
Han pasado nueve meses y se puede hacer balance, se puede decir que la primera batalla está superada. Podría hablar de la dureza del tratamiento y recrearme en la angustia y el dolor, pero no voy hacerlo, solo decir que es cierto que hay que echarle un par....
Me gustaría hablar de sentimientos, de cambios, de lo mucho que se puede aprender y de todo lo que ganas cuando luchas y no mueres en el intento. Que la vida es dura, lo sabía, tanto?... Pues no me lo esperaba.
Es curioso ver cómo cambia tu vida en cuestión de segundos, cuando el cáncer apareció en mi vida me di cuenta de lo poco que valoraba esas pequeñas cosas que son las que hacen grande nuestra vida, creía que sabía mucho de mí (que equivocada estaba). En estos meses he sentido de todo, lo primero que sentí fue desconcierto acompañado de rabia y mucho miedo, miedo a no saber enfrentarme a lo que se me venía encima, rabia por no entender porque me tocaba a mí, la pregunta siempre era la misma... ¿Porque a mi, que hice para merecer esto?, sin saber que el cáncer no se tiene por merecimiento ni por mal comportamiento y desconcierto porque era incapaz de controlar la situación, no terminaba de entender y el no saber siempre me ha provocado angustia.
No tuve tiempo de pensar que pasé de una operación a otra y solo cabía ponerse las pilas y luchar y ahí los sentimientos empezaron a cambiar, se fue apartando el miedo para dejar paso al empeño de salir de esta guerra victoriosa. Una guerra en la que me he dado cuenta que no sabemos ni somos capaces de valorar nuestra fuerza interior, una guerra que me ha devuelto la ternura, el cariño y ese sentimiento tan agradable que es el sentirse querida, una guerra con la que estoy aprendiendo a contar hasta diez, porque me he dado cuenta que la mayoría de las discusiones o enfrentamientos que tenemos en el día a día, se pueden evitar y no deberíamos darle tanta importancia como le damos.
La familia, la amistad recuperan su verdadero valor y el egoísmo sin darte cuenta se va alejando de ti. El cariño de la familia y de los amigos se hace imprescindible y te das cuenta de lo mucho que necesitas esas miradas de complicidad, esas muestras de apoyo y las risas cargadas de ternura de tus hijos.
Es tan duro el tratamiento que tirar la toalla puede llegar a ser muy fácil, pero cuando llega ese momento todos los sentimientos se unen y te demuestran que tú no has nacido para hacer lo más fácil, que la dificultad te crece y que el cariño de los que te rodean te levanta del suelo y te lleva en volandas para que no te claves ni un solo cristal cuando el espejo de repente se rompe.
En estos meses ha habido días y noches muy largas, noches en las que la soledad es tu única compañera y la mente te juega malas pasadas, pero como siempre digo, la suerte conmigo siempre ha sido amable, y he tenido a quien poder contarle mi soledad. La soledad es buena siempre y cuando tengas alguien a quien contársela y es en soledad donde realmente aprendes a valorar, la soledad hay momentos en los que es necesaria para poder llegar a lo más hondo de nuestro ser y dejar que afloren libremente los sentimientos.
No deja de ser curioso que sea en momentos así cuando realmente aprendes, que son las situaciones límites las que nos muestran como realmente somos. Vemos pasar nuestros defectos y nuestras virtudes como si de una película se tratase, de nosotros depende que sepamos o no interpretarlos y saber corregir en lo posible nuestros defectillos, por las virtudes no debemos preocuparnos es tarea de los demás el realzarlas...
Todos conocemos o tenemos en casa a alguien que está pasando por lo mismo y contando lo mío lo único que pretendo es decirle a quien esté pasando por esto , como dice Sabina, hay más de 100 motivos para no cortarse las venas, que todos tenemos la fortaleza y el coraje para hacerle frente a cualquier adversidad que la vida nos "regale". Si que es cierto que se pierde mucho, pero no es menos cierto que también se gana, y lo ganado supera con creces lo que se pueda llegar a perder. En esta enfermedad, lo que me ha quedado muy claro es que la actitud que se adopte es tan importante como el tratamiento. La sonrisa por muy grande que pueda ser el dolor y el sufrimiento, no debemos perderla, solo hay que pensar que si nos dejamos llevar lo perdemos todo, el miedo tenemos que conseguir que siempre se nos quede un pasito por detrás, como mucho que vaya a nuestro lado, pero nunca por delante. Tenemos que pensar que los que tenemos a nuestro lado sufren y mucho el momento por el que estamos pasando, que nosotros tenemos todo el derecho del mundo para la rabia y el pataleo porque son nuestras venas las que se revientan y es nuestro cuerpo el que conoce el dolor extremo pero no por ello debemos olvidar que hay mucha gente que padece y aguanta nuestros cambios de humor y nuestros desplantes. Solo por ellos vale la pena luchar aun cuando las fuerzas se agotan, porque ellos serán los que lucharan por nosotros cuando nosotros no podamos.
Perdonad el ladrillazo, pero me hacía falta decirlo.
Jarita.... Una plebeya canalla