Hay un día en la vida de un taxista que es imposible olvidar, el primero.
Tenia mucha experiencia de conducir en carretera, pero en ciudad, ninguna!.Conocimiento de las calles…Cero patatero! Pero allí estaba yo. Fue el 14 de Abril de 1999. Mi turno era de 7 de la mañana a 7 de la tarde.. Llegué tarde, como no podía ser de otra manera.
Apenas había visto a Felipe .5 minutos el día anterior. Yo corría, literalmente, detrás de él por la nave donde guardaba los taxis. La escena era prácticamente, como la de los periodistas cuando intentan sacar a un famoso unas palabras a la salida del aeropuerto. Mientras me decía los papeles que tenía que llevar para hacerme el contrato, le explicaba a un mecánico como cambiar un ventilador, y a un cliente, que su coche estaría listo en dos días… Al tiempo que le sonaba el móvil.
Yo quería que me tragará la tierra, por supuesto era el centro de atención de todas las miradas. Era la primera vez que contrataba una mujer, y las risitas entre los presentes fluían sin cortarse un pelo. Yo trataba por todos los medios de no dar la impresión del acojiné que tenía en ese momento, menos mal que duro apenas 5 minutos, que a mi se me hicieron horas.
Por supuesto que no me entere de nada de lo que me dijo, bueno en realidad, ahora que lo pienso, es que no me dijo nada. solo que al día siguiente a las 7 estuviera allí, y que ya me explicaría.
Llegue a eso de las 8, esperando la primera bronca, pero no me dijo ni mu! Cuando me vio, me dio unas llaves, y me dijo -aquel es el coche, señalándome un desvencijado un 206 sin culo. Muy tiesa yo me dirigí hacía el coche, pidiéndole a todos los santos, que las piernas me aguantaran , el espacio que me separaba de aquella tartana. Tranquila tía, me decía a mi misma. Respira!
Llegue a eso de las 8, esperando la primera bronca, pero no me dijo ni mu! Cuando me vio, me dio unas llaves, y me dijo -aquel es el coche, señalándome un desvencijado un 206 sin culo. Muy tiesa yo me dirigí hacía el coche, pidiéndole a todos los santos, que las piernas me aguantaran , el espacio que me separaba de aquella tartana. Tranquila tía, me decía a mi misma. Respira!
A Dios gracias el trasto arranco a la primera, y salí de allí cagando leches. Por el retrovisor interior vi a los cabrones como se descojonaban, pero enseguida los perdí de vista. !Lo peor había pasado! Bueno eso pensaba yo.
En cuanto pude me pare, tenía que encender el taxímetro, y no tenía ni p…idea. Empecé a dar a todos los botones, hasta que se encendió, me baje incluso, para comprobar si la luz de la capilla se había encendido. EUREKA! Comprobé varias veces como se encendía y se apagaba.
Anduve unos metros con ella encendida, pero me temblaban las piernas, ni el día que me saque el carné de conducir estaba tan nerviosa., así que en cuanto vi gente la apagué. Después de dar varias vueltas por Santa Eugenia, conseguí salir a la carretera de Valencia. Tuve un rato para relajarme respirar… echarme un cigarrito…detrás de otro!
Y llegué a Conde de Casal!. A cien metros del primer semáforo, había una parada de taxis, vi que había cuatro o cinco personas, y comprobé horrorizada que me miraban, la primera agitaba la mano con desesperación. Cuando se abrió el semáforo puse el intermitente de la izquierda, y me aleje de allí a toda pastilla, mientras los de la parada, me llamaban a gritos. Taxi, taxiiiiiiiii…
Pensé dar una vueltas, para familiarizarme con el coche, con la situación, tranquilizarme … Pero cada vez estaba más nerviosa. Cogí Doctor Esquerdo, eso si, bien pegadita a la izquierda, mientras desde la acera, veía como .gente desesperada me hacían gestos, pero yo me hacía la loca, ni los miraba.
No sé las veces que subí y baje por esa calle, llegaba a la plaza de Manuel Becerra, y volvía a Conde de Casal, los de la parada cada vez cambian de cara, pero seguían llamándome a gritos. Tenía la boca seca, y en un semáforo me di cuenta que había dos cigarros encendidos en el cenicero …. Necesitaba tranquilizarme, coger el toro por los cuernos, pero …. no podía!
Hacía ya más de dos horas que daba vueltas, y decidí que no podía seguir así. O me paraba a coger a alguien, o me volvía a Santa Eugenia, y me enfrentaba a las risitas de aquellos desgraciados.
Hacía ya más de dos horas que daba vueltas, y decidí que no podía seguir así. O me paraba a coger a alguien, o me volvía a Santa Eugenia, y me enfrentaba a las risitas de aquellos desgraciados.
Encendí la luz y cerré los ojos. !Que sea lo que Dios quiera!
Vi una chica, jovencita y me pare a su lado. Ella tampoco se a podido olvidar de ese día, ni de mi.
Abrió la puerta de atrás, mientras yo la miraba aterrada y le decía que si sabia indicarme donde iba, pues era mi primer día y no tenia ni idea, ella no me escuchaba, estaba muy nerviosa también, y atropelladamente me decía que me diese prisa, que llevaba mucho rato esperando un taxi, que iba a una entrevista de trabajo, su primer trabajo y llegaba tarde, tenia la dirección , pero no sabia indicarme.
Ninguna escuchaba a la otra, las dos hablábamos a la vez, ella me suplicaba que tenía mucha prisa, y yo que se bajase y cogiese otro taxi, que yo no tenia ni idea. Hasta que oí una palabra que me sonó a música celestial. Es en Rivas!!! En Rivas??????? No podía ser, era un milagro. En Rivas!!!. Mi barrio!!!
Arranque a toda leche, y le dije que se tranquilizara, si algo me gusta es correr con el coche, bueno ya no tanto, las multas hacen milagros! Le pregunte donde iba exactamente, y me indico un centro comercial. Solo había uno entonces. Iba a una tienda que vendían productos de peluquería, solo había una en ese centro comercial, y era de mi amiga Conchi.
Cuando llegamos aparque el coche, llegaba diez minutos tarde, y a la pobre solo le faltaba ponerse a llorar. Aparque el coche y le dije que no se preocupase, que era su día de suerte, y el mío!
Creo mucho en las “señales”, y aquello era cuanto menos significativo. Que después de dos horas dando vueltas sin atreverme a coger un pasajero, justo hubiese ido a pararme delante de aquella chica, que estaba más acojonada que yo, si es que eso era posible. Que fuese a mi barrio, donde yo me movía como pez en el agua, y encima a la tienda de mi amiga….
Cuando llegamos a la tienda, nos dimos un achuchón, de los buenos! _Que haces aquí? - Ya ves jajaj, que me he puesto a currar de taxista, _Y tu que tal??- Pues nada aquí, como siempre, esperando a una chiquita. Yo casi me había olvidado de la “chiquita”, con la emoción de ver a mi amiga!. -Así, ya jajaj, esta es la chiquita! Oye que la culpa de que llegue tarde es mía!
Mi amiga no daba crédito y la chica tampoco. Cerro la tienda y nos fuimos a tomar a tomar un café. Allí le conté toda la peripecia, mientras la chica permanecía muda.
Me pregunto por mis hijos, .. Yo por los suyos… Su marido,.. El mio…En fin, lo normal en esos casos.
La chica me miraba asustaba, y yo que ya no me acordaba del mal rato, era la de siempre, le dije -nena tranki, , que el puesto es tuyo, o noooo Conchi????
Claro que el puesto fue suyo, no podía ser de otra forma.
El Martes siguiente me acerque a la tienda a ver a mi amiga, y .. a la chica! Conchi estaba contentísima con ella, Y Lucia, mi primera pasajera, me dio dos besos que casi me deja sin respiración.
El Martes siguiente me acerque a la tienda a ver a mi amiga, y .. a la chica! Conchi estaba contentísima con ella, Y Lucia, mi primera pasajera, me dio dos besos que casi me deja sin respiración.
Ambas hemos recordado después muchas veces este día, eso si ya sin nervios, siempre riéndonos a carcajadas.
Lucia tiene ahora 29 años, y prácticamente es quien lleva esa tienda, pues a mi amiga le fueron bien las cosas, y amplió el negocio, abriendo otra tienda, en otro centro comercial, mucho más grande, que inauguraron años más tarde en mi barrio.