jueves, 23 de abril de 2009

EL DIA DESPUES







Los primeros días tras el fallecimiento de un ser querido, los vives como si fuera una pesadilla de la que en cualquier momento te vas a despertar.

Elvira paso la primera semana tras la muerte de su esposo, en un estado de ensoñación, ayudada eso sí, por somníferos y tranquilizantes, del que no se sentía con fuerzas para salir.. Los primeros días como es lógico nadie se atrevía a plantearle la papeleta que se le avecinaba.

No podía ni siquiera asomarse a la terraza, pues inevitablemente sus ojos buscaban el taxi. Tenia grabado a fuego en su memoria, ese momento por la mañana cuando salía al balcón a despedir a su marido y tirarle un beso, haciéndole un gesto con el pulgar hacia arriba, deseándole buena suerte.

Nunca se había tenido que preocupar de otra cosa que no fuesen las labores propias de intendencia. Su casa, sus tres hijos y su marido. El le entregaba diariamente una parte de la recaudación, que habían estipulado. Ella como buena administradora del hogar, se “apañaba” perfectamente. Con el resto de lo recaudado su marido se encargaba de que no faltase en el banco el dinero para la hipoteca, así como luz, agua, comunidad etc. Lo de las propinas, lo reservaba, una parte para poder pasar unas pequeñas vacaciones en verano, 10 0 15 días, dependiendo del presupuesto, y el resto para invitarles a comer o a cenar el día libre.
Era un hombre muy responsable, no tenia “vicios”, y se deslomaba a trabajar para que a su familia no le faltase de nada. Elvira era feliz, no pedía nada más, solo ver crecer a sus hijos, y disfrutar al máximo del poco tiempo que tenia a su marido para ella. Y que siendo taxista, no es mucho.

Justo una semana después del entierro, su cuñado llego temprano a su casa. Le dijo muy solemne que tenían que hablar.
Los pocos ahorros que tenían, apenas les alcanzarían para pasar un mes…….Y un taxis parado es una ruina!. Tienes que seguir pagando, trabajes o no. Su cuñado le dijo que, qué pensaba hacer, que sabia que era muy duro, plantearle así de sopetón las cosas, pero que no quedaba más remedio que tomar decisiones.

Elvira no podía pensar, su cabeza era un hervidero de sentimientos, de miedos, de impotencia, de rabia, de soledad, , de preguntarse una y otra vez, porque la vida se había llevado de esa forma tan injusta a ese hombre maravilloso de apenas 35 años recién cumplidos, que era el pilar de su vida.

No podía quitarse de la cabeza, esa imagen, el cuerpo rígido, con su mano aferrada a la medalla, ese cuerpo sin vida, que no hacia muchas horas estaba tumbado junto al suyo dándole su calidez, su seguridad. Tan pronto maldecía, como caía hundida. Pero había que tomar decisiones. Estaban esas tres criaturas, la mayor de 5 años.

Elvira siempre me decía que si no hubiese sido por sus hijos, con gusto se hubiese dejado, hasta morir. Pero ver sus caritas, le partía el alma. Ellos apenas fueron conscientes de nada. Estaban acostumbrados a ver poco a su padre. Y con un -papa se ha ido al cielo con el abuelito, el mayor se conformo. Los otros dos, eran demasiado pequeños, ni siquiera para preguntar por su padre.
Su cuñado tomo la decisión de buscar un conductor, y ver si así podía tirar para delante. Pasaron 6 meses y la cosa iba de mal en peor. El dinero no le llegaba, pues casi la mitad, era para el conductor, y apenas si le quedo una exigua pensión de autónomo, que no le alcanzaba, ni para la mitad de la hipoteca.

Justo el mismo día que hacia 6 meses del fallecimiento de su marido, Elvira tomo una decisión. Sacarse el carné de conducir, y meterse a taxista.
Su propia familia le pusieron mil pegas, que si era un trabajo muy duro, que si ella no sabia nada de este mundo. Que si echarse a la calle en una ciudad como Madrid, con el carné recién sacado, era una locura, que si, que si….

Pero ella ya había tomado la decisión, Los ocho meses siguientes pudo resistir económicamente gracias a la ayuda de su familia.

Por fin llego el día, tan deseado como temido, le propuso al conductor, hacer ella el turno de día y él , el de noche, pero no le intereso y se despidió.
Siempre contaba que enfrentarse al taxi, fue para ella, como salir a una plaza a torear un toro de Miura. Su madre que vivía enfrente se hizo cargo de los niños, y ella se tiro a la calle, literalmente, a tumba abierta.

Una mujer en un taxi, y con la L, de novato. Sin experiencia de conducir, sin conocer ni una calle, y con el miedo metido en el cuerpo. Pero con la rabia y el coraje, de saber que tenia que sacar su casa adelante. Trabajó, de día, de noche, fines de semana, fiestas de guardar, no se permitió ni un día de vacaciones.

Sufrió, una madrugada el atraco de unos indeseables, que incluso después de darles el dinero, la siguieron golpeando, para que les diera más…..Prácticamente la destrozaron la cara.

Pero ella no dió ni un paso atrás, y consiguió sacar su casa adelante, y dar estudios a sus hijos. Pagar su piso, incluso se permitió el “lujo” de celebrar sus comuniones, y todo ello sin una queja.
Siempre con una palabra amable. Con una sonrisa en los labios. Asumiendo que el destino lo quiso así.

No sabes Elvira cuanto siento, aquellos primeros dias, cuando te conocí, los momentos que pasé de ti, porque pensaba que eras una mujer sin sustancia. Que estúpida puedo llegar a ser a veces. Menos mal que tu insiste, y me diste la oportunidad de conocerte.

No sé si algún día el destino te traerá hasta aquí, ojala, pues me encantaría que supieras que te admiro profundamente. Que aquí tienes mi casa y mi cariño para siempre. Que lo mismo un día de estos le echo valor, y te llamo y te digo el link de esta pagina para que entres y sepas lo que pienso de ti.

Que le doy gracias a la vida, por haberte conocido.


TU SI QUE ERES GRANDE AMIGA