viernes, 17 de abril de 2009

FELIPE, LA GRÚA Y YO


Las libranzas en el taxi, son cono un jeroglífico, no hay Dios quien se aclare. En principio, parece que es una semana el Sábado y a la siguiente el Domingo. Pero no es así, se libra dependiendo de si tu licencia es par o impar. Y el día impar, en la época de los hechos acontecidos se salía a currar a las 12.

A que no os habéis enterado de nada? Tranquilidad, yo tarde dos meses, es saber cuando me tocaba librar.

Por entonces yo trabajaba de noche, y hacia muchísimo que no salía de marcha. Le comente al que hasta hacia poco era mi compi de relevo, si ese Sábado, (que nos tocaba entrar a las 12), a media tarde aparcábamos los taxis en la parada de Conde de Casal, y nos dábamos un voltio por chueca.

Era el día del Orgullo Gay.

No se si alguno habéis estado alguna vez, o lo habéis visto por la tele, pero es impresionante. Lo que acordamos, es que después de la mani, nos tomaríamos un mini, solo uno para los dos, y a las 12 a currar.

Quedamos sobre las 6 de la tarde, aparcamos en la parada de taxis, y cogimos uno para que nos acercara a Cibeles. Nos toco el borde de turno, que casi no nos quería ni llevar, por el follón que había por esa zona. Le dijimos que no se preocupara, que nos dejara donde pudiese y punto.

La cabalgata acababa de salir del Retiro, y había un ambientazo contagioso. El calor era insoportable, y pronto empezaron a correr de mano en mano los minis, las litronas de cerveza, botellones de 2 litros de cubata……
Nosotros no llevábamos nada, pero todo el mundo nos ofrecía de su bebida. Al principio debiamos un tímido traguito, más por la sed que otra cosa. Hacia las 9 se disolvió el gentío, yo ya estaba reventada de dar saltos, bailar, cantar…Nos dirigimos a Chueca, con la firme idea de no beber ya nada más.
Pero una cosa son los buenos propósitos, y otra…..ser capaz de llevarlos a cabo.
Nos dijimos que un mini y no más, y a las 12 a currar.
A las 4 de la mañana éramos los reyes de la fiesta, y la castaña que yo llevaba era de chupa pan y moja.
Mi compi que aún conservaba algo de cordura (afortunadamente), me empezó a dar la barrila, de que a las 6 tenían que estar los taxis, donde hacíamos el relevo, pues ya el marrón que nos íbamos a comer, no lo evitaba nadie, pero encima no íbamos a dejar sin currar a los compañeros que nos relevaban de día.

Intentamos sin conseguirlo coger un taxi, para llegar a Conde de Casal, pero fue imposible, así, no nos quedo otra que echar a andar. Menos mal que desde donde estábamos prácticamente era todo cuesta abajo. A eso de las 5 llegamos.
Ya conseguir abrir la puerta del coche me costo un triunfo, pues parecía que la llave era más grande, o la cerradura había encogido. Al final no me quedo otra que decirle a mi compi, que yo no podía conducir. Al pobre solo le faltaba ponerse a llorar, y a mi me entro la risa floja, de verle el careto de desesperación. No paraba de repetir, FELIPE NOS MATA!

Mientras varios chavales se acercaron a preguntarnos, si estábamos libres y yo partiéndome la caja, les ofrecía las llaves, y les decía que hicieran unas carreritas, pues el jefe nos iba a matar, al ver que no habiamos echo un duro de recaudación.

Dentro del pedo que llevaba no dejaba de ser consciente, de que alguna solución había que buscar, pues los coches no podíamos dejarlos allí, y de pronto se me ilumino la bombilla.

-Ya está, le dije a mi compi. Y llamé a la grúa. Les dije que no me arrancaba el coche, y la dirección. Hubo suerte, pues tardo poquísimo. Casí no insistió, en intentar arrancar el coche, pues se dio cuenta del percal y se debió compadecer de nosotros.. A todo esto eran casi las cinco y media, y si a las 6 no estaban allí los coches, y nosotros a buen recaudo, la bronca seria de las que hacen época.

Así que le apremie al gruero, a que subiera el coche, sin hacer más preguntas. Y me acomode a su lado. A las seis menos cuarto, mi compi sacaba mi coche (el mio particular), de donde lo tenia aparcado, para dejar el hueco al taxi. Todo esto mirando de reojo hacia el portal de mi jefe, pues no tardaría mucho en aparecer.
Cuando todo parecía, que estaba saliendo a pedir de boca, apareció un taxi, y conduciéndolo venia mi jefe. HORROR!, Pregunto que le pasaba a mi taxi, y nadie le contestaba. No es que Felipe tuviera mal carácter, al contrario, pero la situación era para mosquear al más pintado.
Felipe me miraba a mi, luego al de la grúa, (que decía, que el no sabia nada), después a Aurelio, (mi compi),
y volvía a mi. La situación no era como para reírse, pero el alcohol, es lo que tiene, que te da por reír, como una cosa tonta, y yo me descojonaba de verle el careto a mi jefe.
Rápidamente Felipe tomo las riendas del asunto. Indico al de le grúa, (que parecía más acojonado que yo misma), que bajase el coche. Le di las llaves, y le dije con mi lengua de trapo, que no hacia falta, que me echara de la empresa, que ya me iba yo solita.
Me echo una mirada, entre, de querer asesinarme, o retorcerme el cuello. Y a mi no se me ocurrió otra cosa que ponerme a cantarle una zarzuela.

Ayyyy Felipe de mi vidaaaaaaa
Ayyyy Felipe de mi almaaaa

Me llevó a casa sin decir ni “mu” en todo el camino.
A las 5 de la tarde me llamó, para preguntarme si había espabilado ya la “mona”. Que en media hora pasaba a recogerme. Le dije que no hacia falta tanta deferencia jaajaja, que ya iba yo solita. Y colgué.
Cuando salí, me estaba esperando. Tarde un par de minutos en recordar que mi coche estaba en la `puerta de su casa.