El día anterior habíamos asistido al entierro del taxista más cachondo que he conocido en el gremio, al que quise muchísimo y jamás olvidare.
VA POR TI PABLETE
En el entierro nos juntamos muchísimos compañero/as, era muy querido y muy conocido. A pesar de la enorme pena que todos teníamos, era imposible que no salieran a relucir las graciosas anécdotas que siempre nos contaba.
Otro día os contaré, como le conocí, porque también fue de traca.
Nos contaba una tarde en la parada de taxis de la Estación Sur de autobuses, que cuando inauguraron el paso elevado que cruzaba la Glorieta de Cuatrocaminos, les preguntaba a los clientes si querían ir por arriba o por abajo. Ir por arriba era lo normal, sin semáforos, del tirón. Ir por abajo, chuparte cuatro semáforos, y el cristo que se formaba, sobre todo a las horas punta.
Lógicamente esa pregunta solo se la hacía a los que en el gremio llamamos “con pinta de pardillos” (que muchas veces te colabas….)
El “pardillo“, solía preguntar qué diferencia había entre ir por arriba o por abajo, y el respondía que subir por el puente costaba una peseta, de suplemento, que era un impuesto del ayuntamiento, para sufragar la obra.
(Me estoy partiendo solo de recordarle, imaginaros a Pablete, 64 años, muy enfermo, pero con un sentido del humor que nos tenía a todos con la boca abierta, cara de cándido. Su cara era un remix, entre Alfredo Landa y Tierno Galban)
El “pardillo” por supuesto prefería pagar la peseta, antes que chuparse el atasco. Otra de las suyas era cobrar suplemento por el paraguas (os prometo que todo esto es cierto). Un día que llovía a mares, cuando llego al punto de destino, la pasajera le dio un billete de cien, y este le cobro la carrera más la peseta del paraguas. La señora que no se debía fiar mucho de los taxistas, contó las vueltas, y le dijo que le había cobrado una peseta de más. A lo que Pablo le contesto, que era el suplemento por el paraguas. La señora se extraña y le dice -Oiga si yo no llevo paraguas- y Pablete que ya no sabía por dónde salir, le contesta -pues sino lleva paraguas es su problema, los días de lluvia todo el mundo lleva paraguas- como la señora ya estaba fuera del taxi y todo esto era por la ventanilla, arrancó y se aligeró.
Y vamos con la Rita que si sigo os endiño otro ladrillazo.
El día siguiente del entierro era Sábado, tres y pico de la mañana. Iba por la Castellana en dirección a Torre Europa, un sitio muy concurrido de gente joven. Andaba yo distraída, recordando las historias de Pablete, cuando en un semáforo en Colón se me “coló“una chica. Digo se me coló, porque yo siempre iba muy pendiente y cuando veía que alguien no mantenía bien la vertical pasaba de largo, o echaba el seguro si estaba en un semáforo y veía llegar la pieza.
Pero esta, cuando me quise dar cuenta ya la tenía dentro. Llevaba una tajada de tres pares de cojones, y por experiencia sabia que intentar quitármela de encima seria perder tiempo y dinero, así que opte por tirar para adelante y que fuese lo que Dios quisiera. Después de repetírmelo tres veces, conseguí entenderla que iba a Josefa Valcárcel.
Acababan de inaugurar un enorme túnel que cogiéndolo en la calle Velázquez, te saca prácticamente en Arturo Soria, muy cerca de la calle donde iba la susodicha. Yo tenía la costumbre de preguntar siempre a los clientes por donde querían ir, simplemente por evitarme discusiones posteriores. Dude si preguntarle o no, porque con la melopeya que llevaba…..Pero resulta que si van borrachos es más fácil que te monten el pollo….Así que le pregunté, y a su vez me pregunta que opciones había y le conteste que podíamos ir por el túnel recientemente estrenado.
No se le ocurre otra cosa, que preguntarme -qué diferencia había, entre ir por el túnel, o por el recorrido de siempre- y en recuerdo de mi Pablete le contesto -si vamos por el túnel son tres euros de suplemento- y me dice -pues si hay menos recorrido prefiero por el túnel- Todo esto arrastrando las silabas……y balbuceando. Con una pinta de pija, que me daba grima (era mi primera “travesura”)
Cuando llegamos al destino marcaba 8.70, me da un billete de 20, y le doy las vueltas de 11,70. Mira las vueltas y me dice todo lo borde que podía en su estado -oiga me está usted cobrando de más- me vuelvo y le digo -es el suplemento del túnel, usted me dijo que fuésemos por allí, y yo ya le advertí, que se cobra suplemento-.
Me dice -oiga yo no sé nada de ese suplemento, pero por no discutir se lo pago. Eso sí, me va hacer usted un recibo y me pone muy clarito su nombre y su apellido...-
(Esto no lo debería contar, pero bueno)
Aunque es obligatorio que los recibos sean troquelados, “existen” sin troquelar, y para ciertas “ocasiones” se utilizan. Así que cogí el talonario de los recibos para “ocasiones” se lo rellene con el importe, una licencia superior al número de las existentes (por supuesto para no endiñarle a otro el marrón), la matrícula del coche que tenia al lado de donde estábamos paradas, un garabato y se lo di.
Me dice -le he dicho que me ponga su nombre y su apellido- Cojo otra vez el recibo y le pongo:
RITA LA CANTAORA
Le doy el recibo de nuevo, y me dice, que sepa usted Rita que tengo contactos con el Ayuntamiento (todo esto seguir imaginándoos el tono de la señorita en cuestión que no se tenía de pie), y mañana (era domingo) a primera hora estoy allí a ponerle una denuncia.
Te quiero pablete
VA POR TI PABLETE
En el entierro nos juntamos muchísimos compañero/as, era muy querido y muy conocido. A pesar de la enorme pena que todos teníamos, era imposible que no salieran a relucir las graciosas anécdotas que siempre nos contaba.
Otro día os contaré, como le conocí, porque también fue de traca.
Nos contaba una tarde en la parada de taxis de la Estación Sur de autobuses, que cuando inauguraron el paso elevado que cruzaba la Glorieta de Cuatrocaminos, les preguntaba a los clientes si querían ir por arriba o por abajo. Ir por arriba era lo normal, sin semáforos, del tirón. Ir por abajo, chuparte cuatro semáforos, y el cristo que se formaba, sobre todo a las horas punta.
Lógicamente esa pregunta solo se la hacía a los que en el gremio llamamos “con pinta de pardillos” (que muchas veces te colabas….)
El “pardillo“, solía preguntar qué diferencia había entre ir por arriba o por abajo, y el respondía que subir por el puente costaba una peseta, de suplemento, que era un impuesto del ayuntamiento, para sufragar la obra.
(Me estoy partiendo solo de recordarle, imaginaros a Pablete, 64 años, muy enfermo, pero con un sentido del humor que nos tenía a todos con la boca abierta, cara de cándido. Su cara era un remix, entre Alfredo Landa y Tierno Galban)
El “pardillo” por supuesto prefería pagar la peseta, antes que chuparse el atasco. Otra de las suyas era cobrar suplemento por el paraguas (os prometo que todo esto es cierto). Un día que llovía a mares, cuando llego al punto de destino, la pasajera le dio un billete de cien, y este le cobro la carrera más la peseta del paraguas. La señora que no se debía fiar mucho de los taxistas, contó las vueltas, y le dijo que le había cobrado una peseta de más. A lo que Pablo le contesto, que era el suplemento por el paraguas. La señora se extraña y le dice -Oiga si yo no llevo paraguas- y Pablete que ya no sabía por dónde salir, le contesta -pues sino lleva paraguas es su problema, los días de lluvia todo el mundo lleva paraguas- como la señora ya estaba fuera del taxi y todo esto era por la ventanilla, arrancó y se aligeró.
Y vamos con la Rita que si sigo os endiño otro ladrillazo.
El día siguiente del entierro era Sábado, tres y pico de la mañana. Iba por la Castellana en dirección a Torre Europa, un sitio muy concurrido de gente joven. Andaba yo distraída, recordando las historias de Pablete, cuando en un semáforo en Colón se me “coló“una chica. Digo se me coló, porque yo siempre iba muy pendiente y cuando veía que alguien no mantenía bien la vertical pasaba de largo, o echaba el seguro si estaba en un semáforo y veía llegar la pieza.
Pero esta, cuando me quise dar cuenta ya la tenía dentro. Llevaba una tajada de tres pares de cojones, y por experiencia sabia que intentar quitármela de encima seria perder tiempo y dinero, así que opte por tirar para adelante y que fuese lo que Dios quisiera. Después de repetírmelo tres veces, conseguí entenderla que iba a Josefa Valcárcel.
Acababan de inaugurar un enorme túnel que cogiéndolo en la calle Velázquez, te saca prácticamente en Arturo Soria, muy cerca de la calle donde iba la susodicha. Yo tenía la costumbre de preguntar siempre a los clientes por donde querían ir, simplemente por evitarme discusiones posteriores. Dude si preguntarle o no, porque con la melopeya que llevaba…..Pero resulta que si van borrachos es más fácil que te monten el pollo….Así que le pregunté, y a su vez me pregunta que opciones había y le conteste que podíamos ir por el túnel recientemente estrenado.
No se le ocurre otra cosa, que preguntarme -qué diferencia había, entre ir por el túnel, o por el recorrido de siempre- y en recuerdo de mi Pablete le contesto -si vamos por el túnel son tres euros de suplemento- y me dice -pues si hay menos recorrido prefiero por el túnel- Todo esto arrastrando las silabas……y balbuceando. Con una pinta de pija, que me daba grima (era mi primera “travesura”)
Cuando llegamos al destino marcaba 8.70, me da un billete de 20, y le doy las vueltas de 11,70. Mira las vueltas y me dice todo lo borde que podía en su estado -oiga me está usted cobrando de más- me vuelvo y le digo -es el suplemento del túnel, usted me dijo que fuésemos por allí, y yo ya le advertí, que se cobra suplemento-.
Me dice -oiga yo no sé nada de ese suplemento, pero por no discutir se lo pago. Eso sí, me va hacer usted un recibo y me pone muy clarito su nombre y su apellido...-
(Esto no lo debería contar, pero bueno)
Aunque es obligatorio que los recibos sean troquelados, “existen” sin troquelar, y para ciertas “ocasiones” se utilizan. Así que cogí el talonario de los recibos para “ocasiones” se lo rellene con el importe, una licencia superior al número de las existentes (por supuesto para no endiñarle a otro el marrón), la matrícula del coche que tenia al lado de donde estábamos paradas, un garabato y se lo di.
Me dice -le he dicho que me ponga su nombre y su apellido- Cojo otra vez el recibo y le pongo:
RITA LA CANTAORA
Le doy el recibo de nuevo, y me dice, que sepa usted Rita que tengo contactos con el Ayuntamiento (todo esto seguir imaginándoos el tono de la señorita en cuestión que no se tenía de pie), y mañana (era domingo) a primera hora estoy allí a ponerle una denuncia.
Te quiero pablete